La Iglesia Católica Romana, de acuerdo con el Calendario General Romano, celebra en Martes, 2018-08-14 lo siguiente:
Lectura del libro de la Sabiduría 3, 1-9
La vida de los justos está en manos de Dios,
y no los tocará el tormento.
La gente insensata pensaba que morían,
consideraba su tránsito como una desgracia,
y su partida de entre nosotros como una destrucción;
pero ellos están en paz.
La gente pensaba que cumplían una pena,
pero ellos esperaban de lleno la inmortalidad;
sufrieron pequeños castigos, recibirán grandes favores,
porque Dios los puso a prueba y los halló dignos de sí;
los probó como oro en crisol,
los recibió como sacrificio de holocausto;
a la hora de la cuenta resplandecerán
como chispas que prenden por un cañaveral;
gobernarán naciones, someterán pueblos,
y el Señor reinará sobre ellos eternamente.
Los que confían en él comprenderán la verdad,
los fieles a su amor seguirán a su lado;
porque quiere a sus devotos, se apiada de ellos
y mira por sus elegidos.
Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL Sal 115, 10-11. 12-13. 16-17 (R.: 15a)
R. Mucho le cuesta al Señor la muerte de sus fieles.
Tenía fe, aun cuando dije: «¡Qué desgraciado soy!» Yo decía en mi apuro: «Los
hombres son unos mentirosos.» R.
¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho? Alzaré la copa de la
salvación, invocando su nombre. R.
Señor, yo soy tu siervo, siervo tuyo, hijo de tu esclava: rompiste mis cadenas. Te
ofreceré un sacrificio de alabanza, invocando tu nombre, Señor. R.
Aleluya Jn 12, 15
El que se aborrece a sí mismo en este mundo se guardará para la vida eterna.
Lectura del santo evangelio según san Juan 15, 12-16
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«Éste es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto dure. De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé.»
Lectura del Profeta Ezequiel 2, 8─3, 4
Así dice el Señor: Tú, hijo de Adán, oye lo que te digo: ¡No seas rebelde, como la
Casa Rebelde ! Abre la boca y come lo que te doy.
Vi entonces una mano extendida hacia mí, con un documento enrollado.
Lo desenrolló ante mí: estaba escrito en el anverso y en el reverso;tenía escritas
elegías, lamentos y ayes.
Y me dijo: Hijo de Adán, come lo que tienes ahí, cómete este volumen y vete a
hablar a la Casa de Israel.
Abrí la boca y me dio a comer el volumen, diciéndome: Hijo de Adán, alimenta tu
vientre y sacia tus entrañas con este volumen que te doy.
Lo comí y me supo en la boca dulce como la miel.
Y me dijo: Hijo de Adán, anda, vete a la Casa de Israel y diles mis palabras.
Salmo responsorial Sal 118, 14. 24. 72. 103. 111. 131.
V/. ¡Qué dulce, Señor, es al paladar tu promesa! .
R/. ¡Qué dulce, Señor, es al paladar tu promesa! .
V/. Mi alegría es el camino de tus preceptos, más que todas las riquezas.
V/. Tus preceptos son mi delicia, tus decretos son mis consejeros.
V/. Más estimo yo los preceptos de tu boca, que miles de monedas de oro y plata.
V/. ¡Qué dulce al paladar tu promesa! más que miel en la boca.
V/. Tus preceptos son mi herencia perpetua, la alegría de mi corazón.
V/. Abro la boca y respiro, ansiando tus mandamientos.
Lectura del santo Evangelio según San Mateo 18, 1-5. 10. 12-14
En aquel tiempo, se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron: ¿Quién es el
más importante en el Reino de los Cielos? El llamó a un niño, lo puso en medio, y
dijo: Os digo que, si no volvéis a ser como niños, no entraréis en el Reino de los
Cielos.
Por lo tanto, el que se haga pequeño como este niño, ése es el más grande en el
Reino de los Cielos.
El que acoge a un niño como éste en mi nombre, me acoge a mí.
Cuidado con despreciar a uno de estos pequeños, porque os digo que sus ángeles
están viendo siempre en el cielo el rostro de mi Padre celestial.
¿Qué os parece? Suponed que un hombre tiene cien ovejas: si una se le pierde, ¿no
deja las noventa y nueve y va en busca de la perdida? Y si la encuentra, os
aseguro que se alegra más por ella que por las noventa y nueve que no se habían
extraviado.
Lo mismo vuestro Padre del cielo: no quiere que se pierda ni uno de estos
pequeños.