La Iglesia Católica Romana, de acuerdo con el Calendario General Romano, celebra en Jueves, 2023-10-12 lo siguiente:
Lectura del primer libro de las Crónicas 15, 3-4. 15-16; 16, 1-2
En aquellos días, David congregó en Jerusalén a todos los israelitas, para trasladar el arca del Señor al lugar que le había preparado. Luego reunió a los hijos de Aarón y a los levitas. Luego los levitas se echaron los varales a los hombros y levantaron en peso el arca de Dios, tal como había mandado Moisés por orden del Señor. David mandó a los jefes de los levitas organizar a los cantores de sus familias, para que entonasen cantos festivos acompañados de instrumentos, arpas, cítaras y platillos. Metieron el arca de Dios y la instalaron en el centro de la tienda que David le había preparado. Ofrecieron holocaustos y sacrificios de comunión a Dios y, cuando David terminó de ofrecerlos, bendijo al pueblo en nombre del Señor. Palabra de Dios.
Salmo responsorial Sal 26, 1. 3. 4. 5
R. El Señor me ha coronado, sobre la columna me ha exaltado.
El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? El Señor es la defensa de mi
vida, ¿quién me hará temblar? R.
Si un ejército acampa contra mí, mi corazón no tiembla; si me declaran la guerra, me
siento tranquilo. R.
Una cosa pido al Señor, eso buscaré: habitar en la casa del Señor por los días de mi
vida; gozar de la dulzura del Señor, contemplando su templo. R.
Él me protegerá en su tienda el día del peligro; me esconderá en lo escondido de su
morada, me alzará sobre la roca. R.
Aleluya Sal 39, 3d. 4a
Afianzó mis pies sobre roca, me puso en la boca un cántico nuevo.
Lectura del santo evangelio según san Lucas 11, 27-28
En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba a la gente, una mujer de entre el gentío levantó la voz, diciendo: -«Dichoso el vientre que te llevó y los pechos que te criaron.» Pero él repuso: -«Mejor, dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen.»
Lectura del Profeta Malaquías 3, 13—4, 2a
Vuestros discursos son arrogantes contra mí ─oráculo del Señor─
Vosotros objetáis: ¿Cómo es que hablamos arrogantemente? Porque decís: No vale
la pena servir al Señor; ¿qué sacamos con guardar sus mandamientos? ¿para qué
andamos enlutados en presencia del Señor de los Ejércitos? Al contrario: nos
parecen dichosos los malvados; a los impíos les va bien, tientan a Dios, y quedan
impunes.
(Entonces los hombres religiosos hablaron entre sí: El Señor atendió y les escuchó.
Ante él se escribía un libro de memorias a favor de los hombres religiosos que
honran su nombre)
Me pertenecen ─dice el Señor de los Ejércitos─ como bien propio, el día que yo
preparo.
Me compadeceré de ellos, como un padre se compadece del hijo que le sirve.
Entonces veréis la diferencia entre justos e impíos, entre los que sirven a Dios y los
que no le sirven.
Porque mirad que llega el día, ardiente como un horno: malvados y perversos serán
la paja, y los quemaré el día que ha de venir dice el Señor de los Ejércitos, y no
quedará de ellos ni rama ni raíz.
Pero a los que honran mi nombre los iluminará un sol de justicia que lleva la salud
en las alas.
Salmo responsorial Sal 1, 1-2a. 3. 4 y 6.
V/. Dichoso el hombre, que ha puesto su confianza en el Señor.
R/. Dichoso el hombre, que ha puesto su confianza en el Señor.
V/. Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos; ni entra por la senda
de los pecadores, ni se sienta en la reunión de los cínicos, sino que su gozo es la
ley del Señor. R/.
V/. Será como un árbol plantado al borde de la acequia: da fruto en su sazón, y no
se marchitan sus hojas; y cuanto emprende tiene buen fin. R/.
V/. No así los impíos, no así: serán paja que arrebata el viento, porque el Señor
protege el camino de los justos, pero el camino de los impíos acaba mal. R/.
Lectura del santo Evangelio según San Lucas 11, 5-13
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Si alguno de vosotros tiene un amigo y
viene a medianoche para decirle: «Amigo, préstame tres panes, pues uno de mis
amigos ha venido de viaje y no tengo nada que ofrecerle».
Y, desde dentro, el otro le responde: «No me molestes; la puerta está cerrada; mis
niños y yo estamos acostados: no puedo levantarme para dártelos».
Si el otro insiste llamando, yo os digo que, si no se levanta y se los da por ser amigo
suyo, al menos por la importunidad se levantará y le dará cuanto necesite.
Pues así os digo a vosotros: Pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os
abrirá; porque quien pide, recibe, quien busca, halla, y al que llama, se le abre.
¿Qué padre entre vosotros, cuando el hijo le pide pan, le dará una piedra ? ¿O si le
pide un pez, le dará una serpiente ? ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión?
Si vosotros, pues, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos,
¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo piden?