La Iglesia Católica Romana, de acuerdo con el Calendario General Romano, celebra en Martes, 2024-10-08 lo siguiente:
Lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Gálatas 1, 13-24
Hermanos: Habéis oído hablar de mi conducta pasada en el judaísmo: con qué saña
perseguía a la Iglesia de Dios y la asolaba, y me señalaba en el judaísmo más que
muchos de mi edad y de mi raza, como partidario fanático de las tradiciones de
mis antepasados.
Pero, cuando Aquel que me escogió desde el seno de mi madre y me llamó a su
gracia, se dignó revelar a su Hijo en mí, para que yo lo anunciara a los gentiles,
en seguida, sin consultar con hombres, sin subir a Jerusalén a ver a los Apóstoles
anteriores a mí, me fui a Arabia, y después volví a Damasco.
Más tarde, pasados tres años, subí a Jerusalén para conocer a Pedro, y me quedé
quince días con él.
Pero no vi a ningún otro Apóstol; vi solamente a Santiago, el pariente del Señor.
Dios es testigo de que no miento en lo que os escribo.
Fui después a Siria y a Cilicia.
Las iglesias cristianas de Judea no me conocían personalmente; sólo habían oído
decir que el antiguo perseguidor predicaba ahora la fe que antes intentaba
destruir, y alababan a Dios por causa mía.
Salmo responsorial Sal 138, 13. 13-14ab. 14c-15.
V/. Guíame, Señor, por el camino eterno.
R/. Guíame, Señor, por el camino eterno.
Señor, tú me sondeas y me conoces: me conoces cuando me siento o me
levanto, de lejos penetras mis pensamientos; distingues mi camino y mi descanso,
todas mis sendas te son familiares. R/.
V/. Tú has creado mis entrañas, me has tejido en el seno materno.
Te doy gracias porque me has escogido portentosamente, porque son admirables
tus obras. R/.
V/. Conocías hasta el fondo de mi alma, no desconocías mis huesos.
Cuando, en lo oculto, me iba formando y entretejiendo en lo profundo de la tierra.
Lectura del santo Evangelio según San Lucas 10, 38-42.
En aquel tiempo, entró Jesús en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en
su casa.
Esta tenía una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba
su palabra.
Y Marta se multiplicaba para dar abasto con el servicio; hasta que se paró y dijo:
Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola con el servicio? Dile que
me eche una mano.
Pero el Señor le contestó: Marta, Marta: andas inquieta y nerviosa con tantas cosas:
sólo una es necesaria. María ha escogido la parte mejor, y no se la quitarán.