La Iglesia Católica Romana, de acuerdo con el Calendario General Romano, celebra en Jueves, 2025-08-07 lo siguiente:
Si 2, 7-13
Salmo Responsorial Sal 111, 1-2. 3-4. 5-7a. 7b-8. 9
Lc 12, 32-34
Lectura del libro de los Números 20, 1-13
En aquellos días, la comunidad entera de los israelitas llegó al desierto de Sin el mes
primero, y el pueblo se instaló en Cadés.
Allí murió María y allí la enterraron.
Faltó agua al pueblo y se amotinaron contra Moisés y Aarón.
El pueblo riñó con Moisés diciendo: ¡Ojalá hubiéramos muerto como nuestros
hermanos, delante del Señor! ¿Por qué has traído a la comunidad del Señor a este
desierto, para que muramos en él nosotros y nuestras bestias? ¿Por qué nos has
sacado de Egipto para traernos a este sitio horrible, que no tiene grano ni
higueras ni viñas ni granados ni agua para beber ? . Moisés y Aarón se apartaron
de la comunidad y se dirigieron a la tienda del encuentro, y delante de ella se
echaron rostro en tierra.
La gloria del Señor se les apareció, y el Señor dijo a Moisés: Coge el bastón, reúne la
asamblea tú con tu hermano Aarón, y en presencia de ellos ordenad a la roca que
dé agua.
Sacarás agua de la roca para darles de beber a ellos y a sus bestias.
Moisés retiró la vara de la presencia del Señor, como se lo mandaba; ayudado de
Aarón reunió la asamblea delante de la roca, y les dijo: Escuchad, rebeldes:
¿Creéis que podemos sacaros agua de esta roca? Moisés alzó la mano y golpeó la
roca con el bastón dos veces, y brotó agua tan abundante que bebió toda la gente
y las bestias.
El Señor dijo a Moisés y a Aarón: Por no haberme creído, por no haber reconocido
mi santidad en presencia de los israelitas, no haréis entrar a esta comunidad en la
tierra que les voy a dar.
(Esta es Fuente de Meribá, donde los israelitas disputaron con el Señor y él les
mostró su santidad)
Salmo responsorial Sal 94, 1-2. 6-7. 8-9
V/. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: «No endurezcáis vuestro corazón»
R/. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: «No endurezcáis vuestro corazón»
V/. Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva.
entremos a su presencia dándole gracias, aclamándolo con cantos.
V/. Entrad, postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía. R/.
Ojalá escuchéis hoy su voz: «No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto: cuando vuestros padres me pusieron a
prueba y me tentaron, aunque habían visto mis obras». R/.
Lectura del santo Evangelio según San Mateo 16, 13-23
En aquel tiempo llegó Jesús a la región de Cesarea de Felipe y preguntaba a sus
discípulos: ¿Quién dice la gente que es el Hijo del Hombre? Ellos contestaron:
Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas.
El les preguntó: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo ? Simón Pedro tomó la palabra
y dijo: Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.
Jesús le respondió: ¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás! , porque eso no te lo ha
revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo.
Ahora te digo yo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder
del infierno no la derrotará.
Te daré las llaves del Reino de los cielos; lo que ates en la tierra, quedará atado en el
cielo, y lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo.
Y les mandó a los discípulos que no dijesen a nadie que él era el Mesías.
Desde entonces empezó Jesús a explicar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén
y padecer allí mucho por parte de los senadores, sumos sacerdotes y letrados, y
que tenía que ser ejecutado y resucitar al tercer día.
Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo: ¡No lo permita Dios, Señor! Eso no
puede pasarte.
Jesús se volvió y dijo a Pedro: quítate de mi vista, Satanás, que me haces tropezar;
tú piensas como los hombres, no como Dios.