La Iglesia Católica Romana, de acuerdo con el Calendario General Romano, celebra en Jueves, 2025-02-06 lo siguiente:
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas 2, 19-20
Hermanos: Para la Ley yo estoy muerto, porque la Ley me ha dado muerte; pero así vivo para Dios. Estoy crucificado con Cristo: vivo yo, pero no soy yo, es Cristo quien vive en mí. Y, mientras vivo en esta carne, vivo de la fe en el Hijo de Dios, que me amó hasta entregarse por mí.
Salmo responsorial Sal 125, 1-2ab. 2cd-3. 4-5. 6 (R.: 5)
R. Los que sembraban con lágrimas cosechan entre cantares.
Cuando el Señor cambió la suerte de Sión, nos parecía soñar: la boca se nos llenaba
de risas, la lengua de cantares. R.
Hasta los gentiles decían: El Señor ha estado grande con ellos. El Señor ha estado
grande con nosotros, y estamos alegres. R.
Que el Señor cambie nuestra suerte, como los torrentes del Negueb. Los que
sembraban con lágrimas cosechan entre cantares. R.
Al ir, iba llorando, llevando la semilla; al volver, vuelve cantando, trayendo sus
gavillas. R.
Aleluya y versículo antes del evangelio Mt 28, 19a. 20b
Id y haced discípulos de todos los pueblos -dice el Señor-; yo estoy con vosotros
todos los días, hasta el fin del mundo.
Lectura del santo evangelio según san Mateo 28, 16-20
En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. Al verlo, ellos se postraron, pero algunos vacilaban. Acercándose a ellos, Jesús les dijo: -«Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra. Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.»
Lectura de la carta a los Hebreos 12, 18-19. 21-24
Hermanos: Vosotros no os habéis acercado a un monte tangible, a un fuego
encendido, a densos nubarrones, a la tormenta, al sonido de la trompeta; ni
habéis oído aquella voz que el pueblo, al oírla, pidió que no les siguiera
hablando.
Y tan terrible era el espectáculo que Moisés exclamó: «Estoy temblando de miedo.
Vosotros os habéis acercado
al monte Sión,
ciudad del Dios vivo,
Jerusalén del cielo,
a la asamblea de innumerables ángeles,
a la congregación de los primogénitos inscritos en el cielo,
a Dios, juez de todos,
a las almas de los justos que han llegado a su destino
y al Mediador de la nueva alianza, Jesús,
y a la aspersión purificadora de una sangre
que habla mejor que la de Abel.
Salmo responsorial Sal 47, 2-3ab. 3cd-4. 9. 10-11
V/. Oh Dios, meditamos tu misericordia en medio de tu templo.
R/. Oh Dios, meditamos tu misericordia en medio de tu templo.
V/. Grande es el Señor, y muy digno de alabanza en la ciudad de nuestro Dios.
Su monte santo, una altura hermosa, alegría de toda la tierra. R/.
V/. El monte Sión, vértice del cielo, ciudad del gran Rey.
Entre sus palacios, Dios descuella como un alcázar. R/.
V/. Lo que habíamos oído lo hemos visto en la ciudad del Señor de los Ejércitos,
en la ciudad de nuestro Dios, que Dios ha fundado para siempre. R/.
Oh Dios, meditamos tu misericordia en medio de tu templo: como tu
renombre, oh Dios, tu alabanza llega al confín de la tierra; tu diestra está llena de
justicia. R/.
Lectura del santo Evangelio según San Marcos 6, 7-13
En aquel tiempo, llamó Jesús a los Doce y los fue enviando de dos en dos, dándoles
autoridad sobre los espíritus inmundos.
Les encargó que llevaran para el camino un bastón y nada más, pero ni pan ni
alforja, ni dinero suelto en la faja; que llevasen sandalias, pero no una túnica de
repuesto.
Y añadió: quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio.
Y si un lugar no os recibe ni os escucha, al marcharos sacudíos el polvo de los pies,
para probar su culpa.
Ellos salieron a predicar la conversión, echaban muchos demonios, ungían con
aceite a muchos enfermos y los curaban.