La Iglesia Católica Romana, de acuerdo con el Calendario General Romano, celebra en Miércoles, 2025-02-05 lo siguiente:
1 Co 1, 26-31
Salmo Responsorial Sal 30, 3cd-4. 6 y 8ab. 16bc-17
Lc 9, 23-26
Lectura de la carta a los Hebreos 12, 4-7. 11-15
Hermanos: Todavía no habéis llegado a la sangre en vuestra pelea contra el pecado.
Habéis olvidado la exhortación paternal que os dieron: «Hijo mío, no rechaces el
castigo del Señor, no te enfades por su reprensión; porque el Señor reprende a los
que ama y castiga a sus hijos preferidos».
Aceptad la corrección, porque Dios os trata como a hijos, pues, ¿qué padre no
corrige a sus hijos?
Ningún castigo nos gusta cuando lo recibimos, sino que nos duele; pero después de
pasar por él, nos da como fruto una vida honrada y en paz.
Por eso, fortaleced las manos débiles,
robusteced las rodillas vacilantes, y caminad por una senda llana: así el pie cojo, en
vez de retorcerse, se curará.
Buscad la paz con todos y la santificación, sin la cual nadie verá al Señor.
Procurad que nadie se quede sin la gracia de Dios y que ninguna raíz amarga
rebrote y haga daño, contaminando a muchos.
Salmo responsorial Sal 102, 1-2. 13-14. 17-18a
V/. La misericordia del Señor dura siempre para los que cumplen sus mandatos.
R/. La misericordia del Señor dura siempre para los que cumplen sus mandatos.
V/. Bendice, alma mía, al Señor, y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus beneficios. R/.
V/. Como un padre siente ternura por sus hijos, siente el Señor ternura por sus
fieles; porque él conoce nuestra masa, se acuerda de que somos barro. R/.
V/. Pero la misericordia del Señor dura siempre, su justicia pasa de hijos a nietos:
para los que guardan la alianza. R/.
Lectura del santo Evangelio según San Marcos 6, 1-6
En aquel tiempo, fue Jesús a su tierra en compañía de sus discípulos.
Cuando llegó el sábado, empezó a enseñar en la sinagoga; la multitud que lo oía se
preguntaba asombrada: ¿De dónde saca todo eso? ¿Qué sabiduría es ésa que le
han enseñado? ¿Y esos milagros de sus manos? ¿No es éste el carpintero, el hijo
de María, hermano de Santiago y José y Judas y Simón ? Y sus hermanas ¿no
viven con nosotros aquí ? Y desconfiaban de él.
Jesús les decía: No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes
y en su casa.
No pudo hacer allí ningún milagro, sólo curó algunos enfermos imponiéndoles las
manos.
Y se extrañó de su falta de fe.
Y recorría los pueblos de alrededor enseñando.