La Iglesia Católica Romana, de acuerdo con el Calendario General Romano, celebra en Lunes, 2023-06-05 lo siguiente:
Hch 26, 19-23
Salmo Responsorial Sal 116, 1. 2
Jn 10, 11-16
Lectura del libro de Tobías 1, 1a. 2; 2, 1-9
Tobías, ciudadano de la tribu de Neftalí, fue deportado en tiempo de Salmanasar,
rey de Asiria; a pesar de vivir en el exilio, no abandonó el camino de la verdad.
El día de la fiesta del Señor, Tobías, que tenía preparada una buena comida en su
casa, dijo a su hijo: —Vete a invitar a algunos hombres piadosos de nuestra tribu,
para que coman con nosotros.
A poco de marchar, regresó diciendo que habían estrangulado a un israelita y lo
habían tirado en la plaza.
Pegó un salto, dejó la mesa sin probar bocado y fue a donde estaba el cadáver; lo
recogió y a escondidas se lo llevó a casa, para enterrarlo sigilosamente a la caída
del sol.
Una vez escondido el cadáver, se puso a comer, apenado y desazonado, recordando
lo que había dicho el Señor por medio del profeta Amós: «Vuestras fiestas se
convertirán en funerales y elegías».
Una vez puesto el sol, se fue a enterrarlo.
Los vecinos le regañaban, diciéndole: —Por este motivo te condenaron una vez a
muerte, y a duras penas te libraste de le ejecución, ¿cómo es posible que vuelvas
a lo mismo?
Pero Tobías, que temía a Dios más que al rey, seguía recogiendo los cadáveres de
los asesinados, los escondía en su casa y a media noche los enterraba.
Salmo responsorial Sal 111, 1-2. 3-4. 5-6
V/. Dichoso quien teme al Señor.
R/. Dichoso quien teme al Señor.
V/. Dichoso quien teme al Señor y ama de corazón sus mandatos.
Su linaje será poderoso en la tierra, la descendencia del justo será bendita.
V/. En su casa habrá riquezas y abundancia, su caridad es constante, sin falta.
En las tinieblas brilla como una luz el que es justo, clemente y compasivo. R/.
V/. Dichoso el que se apiada y presta, y administra rectamente sus asuntos.
El justo jamás vacilará, su recuerdo será perpetuo. R/.
Lectura del santo Evangelio según San Marcos 12, 1-12
En aquel tiempo, Jesús se puso a hablar en parábolas a los sumos sacerdotes, a los
letrados y a los senadores: Un hombre plantó una viña, la rodeó con una cerca,
cavó un lagar, construyó la casa del guarda, la arrendó a unos labradores y se
marchó de viaje.
A su tiempo envió un criado a los labradores, para percibir su tanto del fruto de la
viña.
Ellos lo agarraron, lo apalearon y lo despidieron con las manos vacías.
Les envió otro criado: a éste lo insultaron y lo descalabraron.
Envió a otro y lo mataron; y a otros muchos, los apalearon o los mataron.
Le quedaba uno, su hijo querido.
Y lo envió el último, pensando que a su hijo lo respetarían.
Pero los labradores se dijeron: Este es el heredero.
Venga, lo matamos, y será nuestra la herencia.
Y agarrándolo, lo mataron y lo arrojaron fuera de la viña.
¿Qué hará el dueño de la viña? Acabará con los labradores y arrendará la viña a
otros.
¿No habéis leído aquel texto: «La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la
piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente» ?
Intentaron echarle mano, porque veían que la parábola iba por ellos; pero temieron
a la gente, y se marcharon.