La Iglesia Católica Romana, de acuerdo con el Calendario General Romano, celebra en Miércoles, 2023-05-31 lo siguiente:
Lectura de la profecía de Sofonías 3, 14-18
Regocíjate, hija de Sión; grita de júbilo, Israel; alégrate y gózate de todo corazón, Jerusalén. El Señor ha cancelado tu condena, ha expulsado a tus enemigos. El Señor será el rey de Israel, en medio de ti, y ya no temerás. Aquel día dirán a Jerusalén: «No temas, Sión, no desfallezcan tus manos. El Señor, tu Dios, en medio de ti, es un guerrero que salva. Él se goza y se complace en ti, te ama y se alegra con júbilo como en día de fiesta.» Apartaré de ti la amenaza, el oprobio que pesa sobre ti. Palabra de Dios.
Salmo responsorial Is 12, 2-3. 4bcd. 5-6 (R.: 6b)
R. Qué grande es en medio de ti el Santo de Israel.
El Señor es mi Dios y salvador: confiaré y no temeré, porque mi fuerza y mi poder
es el Señor, él fue mi salvación. Y sacaréis aguas con gozo de las fuentes de la
salvación. R.
Dad gracias al Señor, invocad su nombre, contad a los pueblos sus hazañas,
proclamad que su nombre es excelso. R.
Tañed para el Señor, que hizo proezas, anunciadlas a toda la tierra; gritad jubilosos,
habitantes de Sión: «Qué grande es en medio de ti el Santo de Israel.» R.
Aleluya Cf. Lc 1, 45
Dichosa tú, Virgen María, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.
Lectura del santo evangelio según san Lucas 1, 39-56
En aquellos días, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito: -«¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.» María dijo: -«Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia -como lo había prometido a nuestros padres- en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.» María se quedó con Isabel unos tres meses y después volvió a su casa. Palabra del Señor.
Lectura del libro del Eclesiástico 36, 1-2a.5-6. 13-19
Sálvanos, Dios del universo, infunde tu terror a todas las naciones;
para que sepan, como nosotros lo sabemos, que no hay Dios fuera de ti.
Renueva los prodigios, repite los portentos.
Reúne a todas las tribus de Jacob, y dales su heredad como antiguamente, para que
sepan que no hay Dios fuera de ti.
Ten compasión del pueblo que lleva tu nombre, de Israel, a quien nombraste tu
primogénito;
ten compasión de tu ciudad santa,
de Jerusalén, lugar de tu reposo.
Llena a Sión de tu majestad, y al templo, de tu gloria.
Da una prueba de tus obras antiguas, cumple las profecías por el honor de tu
nombre,
recompensa a los que esperan en ti y deja bien a tus profetas, escucha la súplica de
tus siervos, según la bendición de Aarón sobre tu pueblo, y reconozcan los
confines del orbe que tú eres Dios eterno.
Salmo responsorial Sal 78, 8. 9. 11. 13
V/. Muéstranos, Señor, la luz de tu misericordia.
R/. Muéstranos, Señor, la luz de tu misericordia.
No recuerdes contra nosotros las culpas de nuestros padres; que tu
compasión nos alcance pronto, pues estamos agotados. R/.
Socórrenos, Dios Salvador nuestro, por el honor de tu nombre, líbranos y
perdónanos nuestros pecados, a causa de tu nombre. R/.
V/. Llegue a tu presencia el gemido del cautivo: con tu brazo poderoso salva a los
condenados a muerte. R/.
Mientras, nosotros, pueblo tuyo, ovejas de tu rebaño, te damos gracias
siempre, cantaremos tus alabanzas de generación en generación. R/.
Lectura del santo Evangelio según San Marcos 10, 32-45
En aquel tiempo, los discípulos iban subiendo camino de Jerusalén, y Jesús se les
adelantaba; los discípulos se extrañaban y los que seguían iban asustados.
El tomó aparte otra vez a los Doce y se puso a decirles lo que le iba a suceder:
Mirad, estamos subiendo a Jerusalén, y el Hijo del Hombre va a ser entregado a
los sumos sacerdotes y a los letrados, lo condenarán a muerte y lo entregarán a
los gentiles, se burlarán de él, le escupirán, lo azotarán y lo matarán; y a los tres
días resucitará.
Se le acercaron los hijos de Zebedeo, Santiago y Juan, y le dijeron: Maestro,
queremos que hagas lo que te vamos a pedir.
Les preguntó: ¿Qué queréis que haga por vosotros? Contestaron: Concédenos
sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda.
Jesús replicó: No sabéis lo que pedís, ¿sois capaces de beber el cáliz que yo he de
beber, o de bautizaros con el bautismo con que yo me voy a bautizar?
Contestaron: Lo somos.
Jesús les dijo: El cáliz que yo voy a beber lo beberéis, y os bautizaréis con el
bautismo con que yo me voy a bautizar, pero el sentarse a mi derecha o a mi
izquierda no me toca a mí concederlo; está ya reservado.
Los otros diez, al oír aquello, se indignaron contra Santiago y Juan.
Jesús, reuniéndolos, les dijo: Sabéis que los que son reconocidos como jefes de los
pueblos los tiranizan, y que los grandes los oprimen.
Vosotros, nada de eso: el que quiera ser grande, sea vuestro servidor; y el que
quiera ser primero, sea esclavo de todos.
Porque el Hijo del Hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar
su vida en rescate por todos.