La Iglesia Católica Romana, de acuerdo con el Calendario General Romano, celebra en Jueves, 2023-06-01 lo siguiente:
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 1, 18-25
Hermanos: El mensaje de la cruz es necedad para los que están en vías de perdición; pero para los que están en vías de salvación -para nosotros- es fuerza de Dios. Dice la Escritura: «Destruiré la sabiduría de los sabios, frustraré la sagacidad de los sagaces.» ¿Dónde está el sabio? ¿Dónde está el escriba? ¿Dónde está el sofista de nuestros tiempos? ¿No ha convertido Dios en necedad la sabiduría del mundo? Y como, en la sabiduría de Dios, el mundo no lo conoció por el camino de la sabiduría, quiso Dios valerse de la necedad de la predicación, para salvar a los creyentes. Porque los judíos exigen signos, los griegos buscan sabiduría; pero nosotros predicamos a Cristo crucificado: escándalo para los judíos, necedad para los gentiles; pero para los llamados -judíos o griegos-, un Mesías que es fuerza de Dios y sabiduría de Dios. Pues lo necio de Dios es más sabio que los hombres; y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres.
Salmo responsorial Sal 33, 2-3. 4-5. 6-7. 8-9 (R.: 5b)
R. El Señor me libró de todas mis ansias.
Bendigo al Señor en todo momento, su alabanza está siempre en mi boca; mi alma
se gloría en el Señor: que los humildes lo escuchen y se alegren. R.
Proclamad conmigo la grandeza del Señor, ensalcemos juntos su nombre. Yo
consulté al Señor, y me respondió, me libró de todas mis ansias. R.
Contempladlo, y quedaréis radiantes, vuestro rostro no se avergonzará. Si el
afligido invoca al Señor, él lo escucha y lo salva de sus angustias. R.
El ángel del Señor acampa en torno a sus fieles y los protege. Gustad y ved qué
bueno es el Señor, dichoso el que se acoge a él. R.
Mt 5, 13-19
Lectura del libro del Eclesiástico 42, 15-26
Voy a recordar las obras de Dios y a contar lo que he visto: por la palabra de Dios
son creadas y de su voluntad reciben su tarea.
El sol sale mostrándose a todos, la gloria del Señor a todas sus obras.
revés. Aun los santos de Dios no bastaron para contar las maravillas del Señor.
Dios fortaleció sus ejércitos, para que estén firmes en presencia de su gloria.
Sondea el abismo y el corazón, penetra todas sus tramas,
declara el pasado y el futuro y revela los misterios escondidos.
No se le oculta ningún pensamiento ni se le escapa palabra alguna.
Ha establecido el poder de su sabiduría, es el único desde la eternidad;
no puede crecer ni menguar ni le hace falta un maestro.
¡Qué amables son todas tus obras! Y eso que no vemos más que una chispa.
Todas viven y duran eternamente y obedecen en todas sus funciones.
Todas difieren unas de otras, y no ha hecho ninguna inútil.
Una excede a otra en belleza: ¿quién se saciará de contemplar su hermosura ?
Salmo responsorial Sal 32, 2-3. 4-5. 6-7. 8-9
V/. La palabra de Dios hizo el cielo.
R/. La palabra de Dios hizo el cielo.
V/. Dad gracias al Señor con la cítara, tocad en su honor el arpa de diez cuerdas;
cantadle un cántico nuevo, acompañando los vítores con bordones. R/.
V/. Que la palabra del Señor es sincera, y todas sus acciones son leales; El ama la
justicia y el derecho, y su misericordia llena la tierra. R/.
V/. La palabra del Señor hizo el cielo, el aliento de su boca, sus ejércitos; encierra
en un odre las aguas marinas, mete en un depósito el océano. R/.
V/. Tema al Señor la tierra entera, tiemblen ante él los habitantes del orbe: porque
él lo dijo, y existió, él lo mandó, y surgió. R/.
Lectura del santo Evangelio según San Marcos 10, 46-52
En aquel tiempo, al salir Jesús de Jericó con sus discípulos y bastante gente, el ciego
Bartimeo (el hijo de Timeo) estaba sentado al balde del camino pidiendo limosna.
Al oír que era Jesús Nazareno, empezó a gritar: Hijo de David, Jesús, ten compasión
de mí.
Muchos le regañaban para que se callara.
Pero él gritaba más: Hijo de David, ten compasión de mí.
Jesús se detuvo y dijo: Llamadlo.
Llamaron al ciego, diciéndole: Animo, levántate, que te llama.
Soltó el manto, dio un salto y se acercó a Jesús.
Jesús le dijo: ¿Qué quieres que haga por ti? El ciego le contestó: Maestro, que pueda
ver.
Jesús le dijo: Anda, tu fe te ha curado.
Y al momento recobró la vista y lo seguía por el camino.