La Iglesia Católica Romana, de acuerdo con el Calendario General Romano, celebra en Sábado, 2025-10-04 lo siguiente:
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas 6, 14-18
Hermanos: Dios me libre de gloriarme si no es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, en la cual el mundo está crucificado para mí, y yo para el mundo. Pues lo que cuenta no es circuncisión o incircuncisión, sino una criatura nueva. La paz y la misericordia de Dios vengan sobre todos los que se ajustan a esta norma; también sobre el Israel de Dios. En adelante, que nadie me venga con molestias, porque yo llevo en mi cuerpo las marcas de Jesús. La gracia de nuestro Señor Jesucristo esté con vuestro espíritu, hermanos. Amén.
Salmo responsorial Sal 15, 1-2a y 5. 7-8. 11 (R.: cf. 5a)
R. Tú, Señor, eres el lote de mi heredad.
Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti; yo digo al Señor: «Tú eres mi bien.» El
Señor es el lote de mi heredad y mi copa; mi suerte está en tu mano. R.
Bendeciré al Señor, que me aconseja, hasta de noche me instruye internamente.
Tengo siempre presente al Señor, con él a mi derecha no vacilaré. R.
Me enseñarás el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu presencia, de alegría
perpetua a tu derecha. R.
Aleluya Cf. Mt 11, 25
Bendito seas, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has revelado los secretos del
reino a la gente sencilla.
Lectura del santo evangelio según san Mateo 11, 25-30
En aquel tiempo, exclamó Jesús: -«Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, así te ha parecido mejor. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera.»
Lectura del Profeta Baruc 4, 5-12. 27-29
¡Animo, pueblo mío, que llevas el nombre de Israel! Os vendieron a los gentiles, no
para ser aniquilados; por la cólera de Dios contra vosotros, os entregaron a
vuestros enemigos.
Porque irritasteis a vuestro Creador, sacrificando a demonios que no son dios; os
olvidasteis del Señor eterno que os había criado y afligisteis a Jerusalén que os
sustentó.
Cuando ella vio que el castigo de Dios se avecinaba dijo: Escuchad, habitantes de
Sión, Dios me ha enviado una pena terrible: El Eterno mandó cautivos a mis hijos
e hijas; yo los crié con alegría, los despedí con lágrimas de pena.
Que nadie se alegre viendo a esta viuda abandonada de todos.
Si estoy desierta, es por los pecados de mis hijos que se apartan de la ley de Dios.
¡Animo, hijos, gritad a Dios ! que el que os castigó se acordará de vosotros.
Si un día os empeñasteis en alejaros de Dios, volveos a buscarlo con redoblado
empeño.
El que os mandó las desgracias, os mandará el gozo eterno de vuestra salvación.
Salmo responsorial Sal 68, 33-35. 36-37
V/. El Señor escucha a los pobres.
R/. El Señor escucha a los pobres.
V/. Miradlo, los humildes, y alegraos, buscad al Señor, y vivirá vuestro corazón.
Que el Señor escucha a los pobres, no desprecia a los cautivos.
Alábenlo el cielo y la tierra, las aguas y cuanto bulle en ellas.
V/. El Señor salvará a Sión, reconstruirá las ciudades de Judá, y las habitarán en
posesión.
La estirpe de sus siervos la heredará, los que aman su nombre vivirán en el1a. R/.
Lectura del santo Evangelio según San Lucas 10, 17-24
En aquel tiempo, los setenta y dos volvieron muy contentos y dijeron a Jesús: Señor,
hasta los demonios se nos someten en tu nombre.
El les contestó: Veía a Satanás caer del cielo como un rayo.
Mirad: os he dado potestad para pisotear serpientes y escorpiones y todo el ejército
del enemigo. Y no os hará daño alguno.
Sin embargo, no estéis alegres porque se os someten los espíritus; estad alegres
porque vuestros nombres están inscritos en el cielo.
En aquel momento, lleno de la alegría del Espíritu Santo, exclamó: Te doy gracias,
Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios
y a los entendidos, y las has revelado a la gente sencil1a.
Sí, Padre, porque así te ha parecido bien.
Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce quién es el Hijo, sino el Padre; ni
quién es el Padre, sino el Hijo, y aquél a quien el Hijo se lo quiere revelar.
Y volviéndose a sus discípulos, les dijo aparte: ¡Dichosos los ojos que ven lo que
vosotros veis ! Porque os digo que muchos profetas y reyes desearon ver lo que
veis vosotros y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron.