La Iglesia Católica Romana, de acuerdo con el Calendario General Romano, celebra en Miércoles, 2020-11-18 lo siguiente:
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 28, 11-16. 30-31
Al cabo de tres meses, zarpamos en un barco que había invernado en la isla de Malta. Era de Alejandría y llevaba por mascarón a Cástor y Pólux. Tocamos en Siracusa y nos detuvimos tres días;desde allí, costeando, arribamos a Regio. Al día siguiente, se levantó viento sur, y llegamos a Pozzuoli en dos días. Allí encontramos algunos hermanos que nos invitaron a pasar una semana con ellos. Después llegamos a Roma. Los hermanos de Roma, que tenían noticia de nuestras peripecias, salieron a recibirnos al Foro Apio y Tres Tabernas. Al verlos, Pablo dio gracias a Dios y se sintió animado. En Roma, le permitieron a Pablo vivir por su cuenta en una casa, con un soldado que lo vigilase. Vivió allí dos años enteros a su propia costa, recibiendo a todos los que acudían, predicándoles el reino de Dios y enseñando lo que se refiere al Señor Jesucristo con toda libertad, sin estorbos.
Salmo responsorial Sal 97, 1. 2-3ab. 3c-4. 5-6 (R.: 2b)
R. El Señor revela a las naciones su justicia.
Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas: su diestra le ha
dado la victoria, su santo brazo. R.
El Señor da a conocer su victoria, revela a las naciones su justicia: se acordó de su
misericordia y su fidelidad en favor de la casa de Israel. R.
Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios. Aclama al
Señor, tierra entera;gritad, vitoread, tocad: R.
tañed la cítara para el Señor, suenen los instrumentos: con clarines y al son de
trompetas, aclamad al Rey y Señor. R.
Aleluya
A ti, oh Dios, te alabamos, a ti, Señor, te reconocemos. A ti te ensalza el glorioso
coro de los apóstoles.
Lectura del santo evangelio según san Mateo 14, 22-33
Después que la gente se hubo saciado, Jesús apremió a sus discípulos a que subieran a la barca y se le adelantaran a la otra orilla, mientras él despedía a la gente. Y, después de despedir a la gente, subió al monte a solas para orar. Llegada la noche, estaba allí solo. Mientras tanto, la barca iba ya muy lejos de tierra, sacudida por las olas, porque el viento era contrario. De madrugada se les acercó Jesús, andando sobre el agua. Los discípulos, viéndole andar sobre el agua, se asustaron y gritaron de miedo, pensando que era un fantasma. Jesús les dijo en seguida: -«¡Ánimo, soy yo, no tengáis miedo!» Pedro le contestó: -«Señor, si eres tú, mándame ir hacia ti andando sobre el agua.» Él le dijo: -«Ven.» Pedro bajó de la barca y echó a andar sobre el agua, acercándose a Jesús;pero, al sentir la fuerza del viento, le entró miedo, empezó a hundirse y gritó: -«Señor, sálvame.» En seguida Jesús extendió la mano, lo agarró y le dijo: -«¡Qué poca fe! ¿Por qué has dudado?» En cuanto subieron a la barca, amainó el viento. Los de la barca se postraron ante él, diciendo: -«Realmente eres Hijo de Dios.»
Lectura del libro del Apocalipsis 4, 1-11
Yo, Juan, miré y vi en el cielo una puerta abierta;la voz con timbre de trompeta que
oí al principio me estaba diciendo: Sube aquí y te mostraré lo que tiene que
suceder después.
Al momento caí en éxtasis.
En el cielo había un trono y uno sentado en el trono.
El que estaba sentado en el trono brillaba como jaspe y granate, y alrededor del
trono había un arco iris que brillaba como una esmeralda.
En círculo alrededor del trono había otros veinticuatro tronos, y sentados en ellos
veinticuatro ancianos con ropajes blancos y coronas de oro en la cabeza.
Del trono salían relámpagos y retumbar de truenos;ante el trono ardían siete
lámparas, los siete espíritus de Dios, y delante se extendía una especie de mar
transparente, parecido al cristal.
En el centro, alrededor del trono, había cuatro seres vivientes cubiertos de ojos por
delante y por detrás: el primero se parecía a un león, el segundo a un novillo, el
tercero tenía cara de hombre y el cuarto parecía un águila en vuelo.
Los cuatro seres vivientes, cada uno con seis alas, estaban cubiertos de ojos por
fuera y por dentro.
Día y noche cantan sin pausa: «Santo, Santo, Santo es el Señor, soberano de todo;el
que era y es y viene».
Y cada vez que los cuatro seres vivientes gritan gloria y honor y acción de gracias al
que está sentado en el trono, que vive por los siglos de los siglos.
Los veinticuatro ancianos se postran ante el que está sentado en el trono, adorando
al que vive por los siglos de los siglos, y arrojan sus coronas ante el trono
diciendo: «Digno eres, Señor y Dios nuestro, de recibir la gloria, el honor y la
fuerza, por haber creado el universo: por tu voluntad fue creado y existe».
Salmo responsorial Sal 150, 1-2. 3-4. 5-6
V/. Santo, Santo, Santo es el Señor, soberano de todo.
R/. Santo, Santo, Santo es el Señor, soberano de todo.
V/. Alabad al Señor en su templo, alabadlo en su fuerte firmamento.
Alabadlo por sus obras magníficas, alabadlo por su inmensa grandeza.
Alabadlo tocando trompetas, alabadlo con arpas y cítaras;alabadlo con
tambores y danzas, alabadlo con trompetas y flautas. R/.
V/. Alabadlo con platillos sonoros, alabadlo con platillos vibrantes.
Todo ser que alienta alabe al Señor. R/.
Lectura del santo Evangelio según San Lucas 19, 11-28
En aquel tiempo, dijo Jesús una parábola;el motivo era que estaba cerca de
Jerusalén y se pensaban que el reino de Dios iba a despuntar de un momento a
otro: Dijo, pues: Un hombre noble se marchó a un país lejano para conseguirse el
título de rey, y volver después.
Llamó a diez empleados suyos y les repartió diez onzas de oro, diciéndoles:
Negociad mientras vuelvo.
Sus conciudadanos, que lo aborrecían, enviaron tras de él una embajada para
informar: «No queremos que él sea nuestro rey».
Cuando volvió con el título real, mandó llamar a los empleados a quienes había
dado el dinero, para enterarse de lo que había ganado cada uno.
El primero se presentó y dijo: Señor, tu onza ha producido diez.
El le contestó: Muy bien, eres un empleado cumplidor;como has sido fiel en una
minucia, tendrás autoridad sobre diez ciudades.
El segundo llegó y dijo: Tu onza, señor, ha producido cinco.
A ése le dijo también: Pues toma tú el mando de cinco ciudades.
El otro llegó y dijo: Señor, aquí está tu onza;la he tenido guardada en el pañuelo;te
tenía miedo porque eres hombre exigente, que reclamas lo que no prestas y
siegas lo que no siembras.
El le contestó: Por tu boca te condeno, empleado holgazán.
¿Con que sabías que soy exigente, que reclamo lo que no presto y siego lo que no
siembro? Pues, ¿por qué no pusiste mi dinero en el banco? Al volver yo, lo habría
cobrado con los intereses.
Entonces dijo a los presentes: quitadle a éste la onza y dádsela al que tiene diez.
Le replicaron: Señor, si ya tiene diez onzas.
Os digo: Al que tiene se le dará, pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene.
Y a esos enemigos míos, que no me querían por rey, traedlos acá y degolladlos en
mi presencia.
Dicho esto, echó a andar delante de ellos, subiendo hacia Jerusalén.