La Iglesia Católica Romana, de acuerdo con el Calendario General Romano, celebra en Sábado, 2025-08-16 lo siguiente:
Dt 6, 3-9
Salmo Responsorial Sal 111, 1-2. 3-4. 5-7a. 7b-8. 9
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 8, 26-30
Hermanos: El Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad, porque nosotros no sabemos pedir lo que nos conviene, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables. Y el que escudriña los corazones sabe cuál es el deseo del Espíritu, y que su intercesión por los santos es según Dios. Sabemos también que a los que aman a Dios todo les sirve para el bien: a los que ha llamado conforme a su designio. A los que había escogido, Dios los predestinó a ser imagen de su Hijo, para que él fuera el primogénito de muchos hermanos. A los que predestinó, los llamó; a los que llamó, los justificó; a los que justificó, los glorificó. Palabra de Dios.
versículo antes del evangelio Mt 5, 3
Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.
Lectura del santo evangelio según san Mateo 5, 1-12a
En aquel tiempo, al ver Jesús el gentío, subió a la montaña, se sentó, y se acercaron sus discípulos; y él se puso a hablar, enseñándoles: -«Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Dichosos los que lloran, porque ellos serán consolados. Dichosos los sufridos, porque ellos heredarán la tierra. Dichosos los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados. Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán los Hijos de Dios. Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Dichosos vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo.» Palabra del Señor.
Lectura del libro de Josué 24, 14-29
En aquellos días, Josué continuó hablando al pueblo: Pues bien: Temed al Señor;
servidle con toda sinceridad; quitad de en medio los dioses a los que sirvieron
vuestros padres al otro lado del río y en Egipto; y servid al Señor.
Y si os resulta duro servir al Señor, elegid hoy a quién queréis servir: a los dioses
que sirvieron vuestros padres al otro lado del río, o a los dioses del los amorreos
en cuyo país habitáis; que yo y mi casa serviremos al Señor.
El pueblo respondió: ¡Lejos de nosotros abandonar al Señor para ir a servir a otros
dioses! Porque el Señor nuestro Dios es quien nos sacó, a nosotros y a nuestros
padres, de la esclavitud dé Egipto; quien hizo ante nuestros ojos aquellos grandes
prodigios y nos guardó en todo nuestro peregrinar y entre todos los pueblos que
atravesamos.
El Señor expulsó ante nosotros a los pueblos amorreos que habitaban el país.
También nosotros serviremos al Señor; ¡es nuestro Dios! Y Josué dijo al pueblo: No
lograréis servir al Señor, porque es un Dios santo, un Dios celoso.
No perdonará vuestros delitos ni vuestros pecados Si abandonáis al Señor y servís a
dioses extranjeros, se volverá contra vosotros y, después de haberos tratado bien,
os maltratará y os aniquilará.
El pueblo le respondió: ¡No! Serviremos al Señor.
Josué insistió: Sois testigos contra vosotros mismos de que habéis elegido servir al
Señor.
Respondieron: ¡Somos testigos! Pues bien, quitad de en medio los dioses extranjeros
que conserváis, y poneos de parte del Señor Dios de Israel.
El pueblo respondió: Serviremos al Señor nuestro Dios y le obedeceremos!
Aquel día Josué selló el pacto con el pueblo, y les dio leyes y mandatos en Siquén.
Escribió las cláusulas en el Libro de la Ley de Dios, cogió una gran piedra, y la
erigió allí, bajo la encina del santuario del Señor, y dijo a todo el pueblo: Mirad
esta piedra, que será testigo contra vosotros, porque ha oído todo lo que el Señor
nos ha dicho.
Será testigo contra vosotros, para que no podáis renegar de vuestro Dios.
Luego despidió al pueblo, cada cual a su heredad.
Algún tiempo después murió Josué hijo de Nun, siervo del Señor, a la edad de
ciento diez años.
Salmo responsorial Sal 15, 1-2a y 5. 7-8. 11.
V/. Tú eres, Señor, mi heredad.
R/. Tú eres, Señor, mi heredad.
V/. Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti.
Yo digo al Señor: «Tú eres mi bien». El Señor es el lote de mi heredad y mi cáliz, mi
suerte está en tu mano. R/.
Bendeciré al Señor que me aconseja, hasta de noche me instruye
internamente.
Tengo siempre presente al Señor, con él a mi derecha no vacilaré. R/.
V/. Me enseñarás el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu presencia, de
alegría perpetua a tu derecha. R/.
Lectura del santo Evangelio según San Mateo 19, 13-15
En aquel tiempo, le presentaron unos niños a Jesús para que les impusiera las
manos y rezara por ellos, pero los discípulos les regañaban.
Jesús dijo: Dejadlos, no impidáis a los niños acercarse a mí; de los que son como
ellos es el Reino de los Cielos.
Les impuso las manos y se marchó de allí.