La Iglesia Católica Romana, de acuerdo con el Calendario General Romano, celebra en Domingo, 2023-08-06 lo siguiente:
Lectura de la profecía de Daniel 7, 9-10. 13-14
Durante la visión, vi que colocaban unos tronos, y un anciano se sentó; su vestido era blanco como nieve, su cabellera como lana limpísima; su trono, llamas de fuego; sus ruedas, llamaradas. Un río impetuoso de fuego brotaba delante de él. Miles y miles le servían, millones estaban a sus órdenes. Comenzó la sesión y se abrieron los libros. Mientras miraba, en la visión nocturna vi venir en las nubes del cielo como un hijo de hombre, que se acercó al anciano y se presentó ante él. Le dieron poder real y dominio; todos los pueblos, naciones y lenguas lo respetarán. Su dominio es eterno y no pasa, su reino no tendrá fin.
Salmo responsorial Sal 96, 1-2. 5-6. 9 (R.: 1a y 9a)
R. El Señor reina, altísimo sobre toda la tierra.
El Señor reina, la tierra goza, se alegran las islas innumerables. Tiniebla y nube lo
rodean, justicia y derecho sostienen su trono. R.
Los montes se derriten como cera ante el dueño de toda la tierra;
los cielos pregonan su justicia, y todos los pueblos contemplan su gloria. R.
Porque tú eres, Señor, altísimo sobre toda la tierra, encumbrado sobre todos los
dioses. R.
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pedro 1, 16-19
Queridos hermanos: Cuando os dimos a conocer el poder y la última venida de nuestro Señor Jesucristo, no nos fundábamos en fábulas fantásticas, sino que habíamos sido testigos oculares de su grandeza. Él recibió de Dios Padre honra y gloria, cuando la Sublime Gloria le trajo aquella voz: «Éste es mi Hijo amado, mi predilecto.» Esta voz, traída del cielo, la oímos nosotros, estando con él en la montaña sagrada. Esto nos confirma la palabra de los profetas, y hacéis muy bien en prestarle atención, como a una lámpara que brilla en un lugar oscuro, hasta que despunte el día, y el lucero nazca en vuestros corazones.
Aleluya Mt 17, 5c
Éste es mi Hijo, el amado, mi predilecto. Escuchadlo.
Lectura del santo evangelio según san Lucas 9, 28b-36
En aquel tiempo, Jesús cogió a Pedro, a Juan y a Santiago y subió a lo alto de la montaña, para orar. Y, mientras oraba, el aspecto de su rostro cambió, sus vestidos brillaban de blancos. De repente, dos hombres conversaban con él: eran Moisés y Elías, que, apareciendo con gloria, hablaban de su muerte, que iba a consumar en Jerusalén. Pedro y sus compañeros se caían de sueño; y, espabilándose, vieron su gloria y a los dos hombres que estaban con él. Mientras éstos se alejaban, dijo Pedro a Jesús: -«Maestro, qué bien se está aquí. Haremos tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.» No sabía lo que decía. Todavía estaba hablando, cuando llegó una nube que los cubrió. Se asustaron al entrar en la nube. Una voz desde la nube decía: -«Éste es mi Hijo, el escogido, escuchadle.» Cuando sonó la voz, se encontró Jesús solo. Ellos guardaron silencio y, por el momento, no contaron a nadie nada de lo que habían visto.
Lectura del libro de Isaías 55, 1-3
Esto dice el Señor:
Oíd, sedientos todos, acudid por agua también los que no tenéis dinero:
Venid, comprad trigo; comed sin pagar vino y leche de balde.
¿Por qué gastáis dinero en lo que no alimenta? ¿Y el salario en lo que no da hartura?
Escuchadme atentos y comeréis bien, saborearéis platos sustanciosos.
Inclinad el oído, venid a mí: escuchadme y viviréis.
Sellaré con vosotros alianza perpetua, la promesa que aseguré a David.
Salmo responsorial Sal 144, 8-9. 15-16. 17-18
V/. Abres tú la mano, Señor, y nos sacias de favores.
R/. Abres tú la mano, Señor, y nos sacias de favores.
V/. El Señor es clemente y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad; el Señor es
bueno con todos, es cariñoso con todas sus criaturas. Abres tú la mano, Señor, y nos sacias
de favores.
V/. Los ojos de todos te están aguardando, tú les das la comida a su tiempo; abres tú la
mano, y sacias de favores a todo viviente.
R/. Abres tú la mano, Señor, y nos sacias de favores.
V/. El Señor es justo en todos sus caminos, es bondadoso en todas sus acciones; cerca
está el Señor de los que lo invocan, de los que lo invocan sinceramente.
R/. Abres tú la mano, Señor, y nos sacias de favores.
Lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Romanos 8, 35. 37-39
Hermanos :
¿Quién podrá apartarnos del amor de Cristo?: ¿la aflicción?, ¿la angustia?, ¿la
persecución?, ¿el hambre?, ¿la desnudez?, ¿el peligro ?, ¿la espada ?
Pero en todo esto vencemos fácilmente por Aquél que nos ha amado. Pues estoy
convencido de que ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni principados, ni presente, ni futuro, ni
potencias, ni altura, ni profundidad, ni criatura alguna podrá apartarnos del amor de Dios
manifestado en Cristo Jesús, Señor nuestro.
Lectura del santo Evangelio según San Mateo 14, 13-21
En aquel tiempo, al enterarse Jesús de la muerte de Juan el Bautista, se marchó de allí
en barca, a un sitio tranquilo y apartado. Al saberlo la gente, lo siguió por tierra desde los
pueblos.
Al desembarcar vio Jesús el gentío, le dio lástima y curó a los enfermos. Como se hizo
tarde, se acercaron los discípulos a decirle:
—Estamos en despoblado y es muy tarde, despide a la multitud para que vayan a las
aldeas y se compren de comer.
Jesús les replicó:
—No hace falta que vayan, dadles vosotros de comer.
Ellos le replicaron:
—Si aquí no tenemos más que cinco panes y dos peces.
Les dijo:
—Traédmelos.
Mandó a la gente que se recostara en la hierba y tomando los cinco panes y los dos
peces alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y se los dio a los
discípulos; los discípulos se los dieron a la gente. Comieron todos hasta quedar satisfechos
y recogieron doce cestos llenos de sobras. Comieron unos cinco mil hombres, sin contar
mujeres y niños.