La Iglesia Católica Romana, de acuerdo con el Calendario General Romano, celebra en Sábado, 2018-06-30 lo siguiente:
Is 61, 9-11
Hermanos: Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros? El que no perdonó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará todo con él? ¿Quién acusará a los elegidos de Dios? ¿Dios, el que justifica? ¿Quién condenará? ¿Será acaso Cristo, que murió, más aún, resucito y está a la derecha de Dios, y que intercede por nosotros? ¿Quién podrá apartarnos del amor de Cristo?: ¿La aflicción?, ¿La angustia?, ¿La persecución?, ¿el hambre?, ¿la desnudez?, ¿el peligro?, ¿la espada?, como dice la Escritura: «Por tu causa nos degüellan cada día, nos tratan como a ovejas de matanza.» Pero en todo esto vencemos fácilmente por aquel que nos ha amado. Pues estoy convencido de que ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni principados, ni presente, ni futuro, ni potencias, ni altura, ni profundidad, ni criatura alguna podrá apartarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, Señor nuestro.
Salmo Responsorial 1 S 2, 1. 4-5. 6-7. 8abcd
R. Hemos salvado la vida, como un pájaro de la trampa del cazador.
Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte, cuando nos asaltaban los hombres,
nos habrían tragado vivos: tanto ardía su ira contra nosotros. R.
Nos habrían arrollado las aguas, llegándonos el torrente hasta el cuello;nos habrían
llegado hasta el cuello las aguas espumantes. R.
La trampa se rompió, y escapamos. Nuestro auxilio es el nombre del Señor, que
hizo el cielo y la tierra. R.
Aleluya Cf. Lc 2, 19
Dichosa es la Virgen María, que conservaba la palabra de Dios, meditándola en su
corazón.
Lectura del santo evangelio según san Lucas 2, 41-51
Los padres de Jesús solían ir cada año a Jerusalén por las fiestas de Pascua. Cuando Jesús cumplió doce años, subieron a la fiesta según la costumbre y, cuando terminó, se volvieron;pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que lo supieran sus padres. Éstos, creyendo que estaba en la caravana, hicieron una jornada y se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos;al no encontrarlo, se volvieron a Jerusalén en su busca. A los tres días, lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas;todos los que le oían quedaban asombrados de su talento y de las respuestas que daba. Al verlo, se quedaron atónitos, y le dijo su madre: -«Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Mira que tu padre y yo te buscábamos angustiados.» Él les contestó: -«¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?» Pero ellos no comprendieron lo que quería decir. Él bajó con ellos a Nazaret y siguió bajo su autoridad. Su madre conservaba todo esto en su corazón.
Lectura del libro de las Lamentaciones 2, 2. 10-14. 18-19
El Señor destruyó sin compasión todas las moradas de Jacob;
con su indignación demolió las plazas fuertes de Judá;derribó por tierra,
deshonrados, al rey y a los príncipes.
Los ancianos de Sión se sientan en el suelo silenciosos, se echan polvo en la cabeza y
se visten de sayal;las doncellas de Jerusalén humillan hasta el suelo la cabeza.
Se consumen en lágrimas mis ojos, de amargura, mis entrañas;se derrama por
tierra mi hiel, por la ruina de la capital de mi pueblo;muchachos y niños
desfallecen por las calles de la ciudad.
Preguntaban sus madres: ¿dónde hay pan y vino ? mientras desfallecían, como los
heridos, por las calles de la ciudad, mientras expiraban en brazos de sus madres.
¿Quién se te iguala, quién se te asemeja, ciudad de Jerusalén? ¿A quién te
compararé, para consolarte, Sión, la doncella? Inmensa como el mar es tu
desgracia: ¿quién podrá curarte? Tus profetas te ofrecían visiones falsas y
engañosas;y no te denunciaban tus culpas, para cambiar tu suerte;sino que te
anunciaban visiones falsas y seductoras.
Grita con toda el alma al Señor, laméntate, Sión;derrama torrentes de lágrimas de
día y de noche;no te concedas reposo, no descansen tus ojos.
Levántate y grita de noche, al relevo de la guardia;derrama con agua tu corazón en
presencia del Señor;levanta hacia él las manos por la vida de tus niños,
desfallecidos de hambre en las encrucijadas.
Salmo responsorial Sal 73, 1-2. 3-5a. 5b-7. 20-21
V/. No olvides sin remedio la vida de tus pobres.
R/. No olvides sin remedio la vida de tus pobres.
V/. ¿Por qué, oh Dios, nos tienes siempre abandonados, y está ardiendo tu cólera
contra las ovejas de tu rebaño? Acuérdate de la comunidad que adquiriste desde
antiguo, de la tribu que rescataste para posesión tuya, del monte Sión donde
pusiste tu morada. R/.
V/. Dirige tus pasos a estas ruinas sin remedio: el enemigo ha arrasado del todo el
santuario.
Rugían los agresores en medio de tu asamblea, levantaron sus propios estandartes.
En la entrada superior abatieron a hachazos el entramado;después, con
martillos y mazas, destrozaron todas las esculturas;prendieron fuego a tu
santuario, derribaron y profanaron la morada de tu nombre. R/.
V/. Piensa en tu alianza: que los rincones del país están llenos de violencias.
Que el humilde no se marche defraudado, que pobres y afligidos alaben tu nombre.
Lectura del santo Evangelio según San Mateo 8, 5-17
En aquel tiempo, al entrar Jesús en Cafarnaún, un centurión se le acercó diciéndole:
Señor, tengo en casa un criado que está en cama paralítico y sufre mucho.
El le contestó: Voy yo a curarlo.
Pero el centurión le replicó: Señor, ¿quién soy yo para que entres bajo mi techo?
Basta que lo digas de palabra y mi criado quedará sano.
Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes: y le digo a
uno «ve» , y va;al otro, «ven» , y viene;a mi criado, «haz esto» , y lo hace.
Cuando Jesús lo oyó quedó admirado y dijo a los que le seguían: Os aseguro que en
Israel no he encontrado en nadie tanta fe.
Os digo que vendrán muchos de Oriente y Occidente y se sentarán con Abrahán,
Isaac y Jacob en el Reino de los Cielos;en cambio a los ciudadanos del Reino los
echarán afuera, a las tinieblas.
Allí será el llanto y el rechinar de dientes.
Y al centurión le dijo: Vuelve a casa, que se cumpla lo que has creído.
Y en aquel momento se puso bueno el criado.
Al llegar Jesús a casa de Pedro, encontró a la suegra en cama con fiebre;la cogió de
la mano, y se le pasó la fiebre;se levantó y se puso a servirles.
Al anochecer, le llevaron muchos endemoniados;él con su palabra expulsó los
espíritus y curó a todos los enfermos.
Así se cumplió lo que dijo el profeta Isaías: «El tomó nuestras dolencias y cargó con
nuestras enfermedades».