La Iglesia Católica Romana, de acuerdo con el Calendario General Romano, celebra en Viernes, 2024-08-30 lo siguiente:
Lectura de la primera carta del Apóstol San Pablo a los Corintios 1, 17-25
Hermanos: No me envió Cristo a bautizar, sino a anunciar el Evangelio, y no con
sabiduría de palabras, para no hacer ineficaz la cruz de Cristo.
El mensaje de la cruz es necedad para los que están en vías de perdición; pero para
los que están en vías de salvación para nosotros es fuerza de Dios.
Dice la Escritura: «Destruiré la sabiduría de los sabios, frustraré la sagacidad de los
sagaces».
¿Dónde está el sabio ? ¿Dónde está el letrado ? ¿Dónde está el sofista de nuestros
tiempos ? ¿No ha convertido Dios en necedad la sabiduría del mundo ? Y como
en la sabiduría de Dios, el mundo no lo conoció por el camino de la sabiduría,
quiso Dios valerse de la necedad de la predicación, para salvar a los creyentes.
Porque los judíos exigen signos, los griegos buscan sabiduría; pero nosotros
predicamos a Cristo crucificado: escándalo para los judíos, necedad para los
griegos; pero para los llamados a Cristo ─judíos o griegos─ fuerza de Dios y
sabiduría de Dios.
Pues lo necio de Dios es más sabio que los hombres; y lo débil de Dios es más fuerte
que los hombres.
Salmo responsorial Sal 32, 1-2. 4-5. 10ab y 11
V/. La misericordia del Señor llena la tierra.
R/. La misericordia del Señor llena la tierra.
V/. Aclamad, justos, al Señor, que merece la alabanza de los buenos; dad gracias
al Señor con la cítara, tocad en su honor el arpa de diez cuerdas. R/.
La palabra del Señor es sincera y todas sus acciones son leales; él ama la
justicia y el derecho y su misericordia llena la tierra. R/.
El Señor deshace los planes de las naciones, frustra los proyectos de los
pueblos; pero el plan del Señor subsiste por siempre, los proyectos de su corazón,
de edad en edad. R/.
Lectura del santo Evangelio según San Mateo 25, 1-13
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: El Reino de los Cielos se
parecerá a diez doncellas que tomaron sus lámparas y salieron a esperar al
esposo.
Cinco de ellas eran necias y cinco eran sensatas.
Las necias, al tomar las lámparas, se dejaron el aceite; en cambio, las sensatas se
llevaron alcuzas de aceite con las lámparas.
El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron.
A medianoche se oyó una voz: «Que llega el esposo, salid a recibirlo!» Entonces se
despertaron todas aquellas doncellas y se pusieron a preparar sus lámparas.
Y las necias dijeron a las sensatas: «Dadnos un poco de vuestro aceite, que se nos
apagan las lámparas».
Pero las sensatas contestaron: «Por si acaso no hay bastante para vosotras y
nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis».
Mientras iban a comprarlo llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron
con él al banquete de bodas y se cerró la puerta.
Más tarde llegaron también las otras doncellas, diciendo: «Señor, señor, ábrenos».
Pero él respondió: «Os lo aseguro: no os conozco».
Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora.