La Iglesia Católica Romana, de acuerdo con el Calendario General Romano, celebra en Miércoles, 2024-03-27 lo siguiente:
Lectura del libro de Isaías 50, 4-9a
Mi Señor me ha dado una lengua de iniciado, para saber decir al abatido una
palabra de aliento. Cada mañana me espabila el oído, para que escuche como los
iniciados.
El Señor me abrió el oído; yo no resistí ni me eché atrás: ofrecí la espalda a los que
me apaleaban, las mejillas a los que mesaban mi barba; no me tapé el rostro ante
ultrajes ni salivazos.
El Señor me ayuda, por eso no sentía los ultrajes; por eso endurecí el rostro como
pedernal, sabiendo que no quedaría defraudado.
Tengo cerca a mi defensor, ¿quién pleiteará contra mí?? Comparezcamos juntos.
¿Quién tiene algo contra mi? Que se me acerque. Mirad, el Señor me ayuda, ¿quién
me condenará?
Salmo responsorial Sal 68, 8-10. 21-22. 31 y 33-34 (R/.: 14c y b)
R/. Señor, que me escuche tu gran bondad el día de tu favor.
Por ti he aguantado afrentas, la vergüenza cubrió mi rostro. Soy un extraño para
mis hermanos, un extranjero para los hijos de mi madre; porque me devora el celo
de tu templo, y las afrentas con que te afrentan caen sobre mí. R/.
La afrenta me destroza el corazón, y desfallezco. Espero compasión, y no la hay;
consoladores, y no los encuentro. En mi comida me echaron hiel, para mi sed me
dieron vinagre. R/.
Alabaré el nombre de Dios con cantos, proclamaré su grandeza con acción de
gracias. Miradlo, los humildes, y alegraos, buscad al Señor, y revivirá vuestro
corazón. Que el Señor escucha a sus pobres, no desprecia a sus cautivos. R/.
Versículo antes del evangelio
Salve, Rey nuestro,
solamente tú te has compadecido de nuestros errores.
Lectura del santo evangelio según san Mateo 26, 14-25
En aquel tiempo, uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a los sumos
sacerdotes y les propuso:
—«¿Qué estáis dispuestos a darme, si os lo entrego?»
Ellos se ajustaron con él en treinta monedas. Y desde entonces andaba buscando
ocasión propicia para entregarlo.
El primer día de los Ázimos se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron:
—«¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua?»
Él contestó:
—«Id a la ciudad, a casa de Fulano, y decidle: "El Maestro dice: Mi momento está
cerca; deseo celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos."»
Los discípulos cumplieron las instrucciones de Jesús y prepararon la Pascua.
Al atardecer se puso a la mesa con los Doce. Mientras comían dijo:
—«Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar.»
Ellos, consternados, se pusieron a preguntarle uno tras otro:
—«¿Soy yo acaso, Señor?»
Él respondió:
—«El que ha mojado en la misma fuente que yo, ése me va a entregar. El Hijo del
hombre se va, como está escrito de él; pero, ¡ay del que va a entregar al Hijo del
hombre!; más le valdría no haber nacido.»
Entonces preguntó Judas, el que lo iba a entregar:
—«¿Soy yo acaso, Maestro?»
Él respondió:
—«Tú lo has dicho.»