La Iglesia Católica Romana, de acuerdo con el Calendario General Romano, celebra en Domingo, 2024-05-26 lo siguiente:
Flp 4, 4-9
Salmo Responsorial Sal 33, 2-3. 4-5. 6-7. 8-9. 10-11
Jn 17, 20-26
Lectura del libro del Deuteronomio 4, 32-34. 39-40
Moisés habló al pueblo, diciendo:
—«Pregunta, pregunta a los tiempos antiguos, que te han precedido, desde el
día en que Dios creó al hombre sobre la tierra: ¿hubo jamás, desde un extremo al
otro del cielo, palabra tan grande como ésta?; ¿se oyó cosa semejante?; ¿hay algún
pueblo que haya oído, como tú has oído, la voz del Dios vivo, hablando desde el
fuego, y haya sobrevivido?; ¿algún Dios intentó jamás venir a buscarse una nación
entre las otras por medio de pruebas, signos, prodigios y guerra, con mano fuerte y
brazo poderoso, por grandes terrores, como todo lo que el Señor, vuestro Dios, hizo
con vosotros en Egipto, ante vuestros ojos?
Reconoce, pues, hoy y medita en tu corazón, que el Señor es el único Dios, allá
arriba en el cielo, y aquí abajo en la tierra; no hay otro. Guarda los preceptos y
mandamientos que yo te prescribo hoy, para que seas feliz, tú y tus hijos después
de ti, y prolongues tus días en el suelo que el Señor, tu Dios, te da para siempre.»
Salmo responsorial 32, 4-5. 6 y 9. 18-19. 20 y 22 (R/.: 12b)
R/. Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad.
La palabra del Señor es sincera, y todas sus acciones son leales; él ama la justicia y el
derecho, y su misericordia llena la tierra. R/.
La palabra del Señor hizo el cielo; el aliento de su boca, sus ejércitos, porque él lo
dijo, y existió, él lo mandó, y surgió. R/.
Los ojos del Señor están puestos en sus fieles, en los que esperan en su misericordia,
para librar sus vidas de la muerte y reanimarlos en tiempo de hambre. R/.
Nosotros aguardamos al Señor: él es nuestro auxilio y escudo; que tu misericordia,
Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti. R/.
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 8, 14-17
Hermanos:
Los que se dejan llevar por el Espíritu de Dios, ésos son hijos de Dios.
Habéis recibido, no un espíritu de esclavitud, para recaer en el temor, sino un
espíritu de hijos adoptivos, que nos hace gritar: «¡Abba!» (Padre).
Ese Espíritu y nuestro espíritu dan un testimonio concorde: que somos hijos de
Dios; y, si somos hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con
Cristo, ya que sufrimos con él para ser también con él glorificados.
Aleluya Ap 1, 8
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo,
al Dios que es, que era y que viene.
Lectura del santo evangelio según san Mateo 28, 16-20
En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les
había indicado.
Al verlo, ellos se postraron, pero algunos vacilaban.
Acercándose a ellos, Jesús les dijo:
—«Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra.
Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del
Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he
mandado.
Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.»