La Iglesia Católica Romana, de acuerdo con el Calendario General Romano, celebra en Domingo, 2025-02-23 lo siguiente:
Lectura del libro del Apocalipsis 2, 8-11
Yo, Juan, oí como el Señor me decía: «Al ángel de la Iglesia de Esmirna escribe así: “Esto dice el que es el primero y el último, el que estuvo muerto y volvió a la vida: Conozco tus apuros y tu pobreza, y, sin embargo, eres rico; conozco también cómo te calumnien esos que se llaman judíos y no son más que sinagoga de Satanás. No temas nada de lo que vas a sufrir, porque el diablo va a meter a algunos de vosotros en la cárcel para poneros a prueba; tus apuros durarán diez días. Sé fiel hasta la muerte, y te daré la corona de la vida, Quien tenga oídos, oiga lo que dice el Espíritu a las Iglesias. El que salga vencedor no será víctima de la muerte segunda.”»
Salmo responsorial Sal 30, 3cd-4. 6 y 8ab. 16bc-17 (R.: 6a)
R. A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
Sé la roca de mi refugio, un baluarte donde me salve, tú que eres mi roca y mi
baluarte; por tu nombre dirígeme y guíame. R.
A tus manos encomiendo mi espíritu: tú, el Dios leal, me librarás. Tu misericordia
sea mi gozo y mi alegría. Te has fijado en mi aflicción. R.
Líbrame de los enemigos que me persiguen; haz brillar tu rostro sobre tu siervo,
sálvame por tu misericordia. R.
Jn 15, 18-21
Lectura del primer libro de Samuel 26, 2. 7-9. 12-13. 22-23
En aquellos días, Saúl emprendió la bajada hacia el páramo de Zif, con tres mil
soldados israelitas, para dar una batida en busca de David.
David y Abisay fueron de noche al campamento; Saúl estaba echado, durmiendo en
medio del cercado de carros, la lanza hincada en tierra a la cabecera. Abner y la
tropa estaban echados alrededor. Entonces Abisay dijo a David:
—«Dios te pone el enemigo en la mano. Voy a clavarlo en tierra de una lanzada; no
hará falta repetir el golpe.»
Pero David replicó:
—«¡No lo mates!, que no se puede atentar impunemente contra el ungido del
Señor.»
David tomó la lanza y el jarro de agua de la cabecera de Saúl, y se marcharon.
Nadie los vio, ni se enteró, ni se despertó: estaban todos dormidos, porque el Señor
les había enviado un sueño profundo.
David cruzó a la otra parte, se plantó en la cima del monte, lejos, dejando mucho
espacio en medio, y gritó:
—«Aquí está la lanza del rey. Que venga uno de los mozos a recoger1a. El Señor
pagará a cada uno su justicia y su lealtad. Porque él te puso hoy en mis manos, pero
yo no quise atentar contra el ungido del Señor.»
Salmo responsorial Sal 102, 1-2. 3-4. 8 y 10. 12-13 (R.: 8a)
R. El Señor es compasivo y misericordioso.
Bendice, alma mia, al Señor, y todo mi ser a su santo nombre. Bendice, alma mía, al
Señor, y no olvides sus beneficios. R.
Él perdona todas tus culpas y cura todas tus enfermedades; él rescata tu vida de la
fosa y te colma de gracia y de ternura. R.
El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia; no nos
trata como merecen nuestros pecados ni nos paga según nuestras culpas. R.
Como dista el oriente del ocaso, así aleja de nosotros nuestros delitos; como un
padre siente ternura por sus hijos, siente el Señor ternura por sus fieles. R.
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 15, 45-49
Hermanos:
El primer hombre, Adán, fue un ser animado. El último Adán, un espíritu que da
vida.
No es primero lo espiritual, sino lo animal. Lo espiritual viene después.
El primer hombre, hecho de tierra, era terreno; el segundo hombre es del cielo.
Pues igual que el terreno son los hombres terrenos; igual que el celestial son los
hombres celestiales.
Nosotros, que somos imagen del hombre terreno, seremos también imagen del
hombre celestial.
Aleluya Jn 13, 34
Os doy un mandamiento nuevo —dice el Señor—: que os améis unos a otros, como
yo os he amado.
Lectura del santo evangelio según san Lucas 6, 27-38
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
—«A los que me escucháis os digo: Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los
que os odian, bendecid a los que os maldicen, orad por los que os injurian.
Al que te pegue en una mejilla, preséntale la otra; al que te quite la capa, déjale
también la túnica. A quien te pide, dale; al que se lleve lo tuyo, no se lo reclames.
Tratad a los demás como queréis que ellos os traten. Pues, si amáis sólo a los que os
aman, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores aman a los que los aman. Y si
hacéis bien sólo a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores
lo hacen.
Y si prestáis sólo cuando esperáis cobrar, ¿qué mérito tenéis? También los
pecadores prestan a otros pecadores, con intención de cobrárselo.
¡No! Amad a vuestros enemigos, haced el bien y prestad sin esperar nada; tendréis
un gran premio y seréis hijos del Altísimo, que es bueno con los malvados y
desagradecidos.
Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo; no juzguéis, y no seréis
juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados;
dad, y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante.
La medida que uséis, la usarán con vosotros.»