La Iglesia Católica Romana, de acuerdo con el Calendario General Romano, celebra en Viernes, 2024-08-23 lo siguiente:
2 Co 10, 17 - 11, 2
Salmo Responsorial Sal 148, 1-2. 11-13b. 13c-14
Mt 13, 44-46
Lectura del Profeta Ezequiel 37, 1-14
En aquellos días, la mano del Señor se posó sobre mí, y con su Espíritu el Señor me
sacó y me colocó en medio de un valle todo lleno de huesos.
Me hizo dar vueltas y vueltas en torno a ellos: eran innumerables sobre la superficie
del valle y estaban completamente secos.
Me preguntó: Hombre mortal, ¿podrán revivir estos huesos? Yo respondí: Señor, tú
lo sabes.
El me dijo: Pronuncia un oráculo sobre estos huesos y diles: ¡Huesos secos,
escuchad la Palabra del Señor! Así dice el Señor a estos huesos: «Yo mismo traeré
sobre vosotros espíritu y viviréis.
Pondré sobre vosotros tendones, haré crecer sobre vosotros carne, extenderé sobre
vosotros piel, os infundiré espíritu y viviréis.
Y sabréis que yo soy el Señor».
Y profeticé como me había ordenado, y a la voz de mi oráculo, hubo un estrépito, y
los huesos se juntaron hueso con hueso.
Me fijé en ellos: tenían encima tendones, la carne había crecido y la piel los recubría;
pero no tenían espíritu.
Entonces me dijo: Conjura al espíritu, conjura, hombre mortal, y di al espíritu: Así
dice el Señor: «De los cuatro vientos ven, espíritu, y sopla sobre estos muertos
para que vivan».
Yo profeticé como me había ordenado; vino sobre ellos el espíritu y revivieron y se
pusieron en pie.
Era una multitud innumerable.
Y me dijo: Hombre mortal, estos huesos son la entera casa de Israel, que dice:
«Nuestros huesos están secos, nuestra esperanza ha perecido, estamos
destrozados».
Por eso, profetiza y diles: Así dice el Señor: «Yo mismo abriré vuestros sepulcros, y
os haré salir de vuestros sepulcros, pueblo mío, y os traeré a la tierra de Israel.
Y cuando abra vuestros sepulcros y os saque de vuestros sepulcros, pueblo mío,
sabréis que soy el Señor.
Os infundiré mi espíritu y viviréis; os colocaré en vuestra tierra y sabréis que yo, el
Señor, lo digo y lo hago».
—oráculo del Señor—.
Salmo responsorial Sal 106, 2-3. 4-5. 6-7. 8-9
V/. Dad gracias al Señor, porque es eterna su misericordia.
R/. Dad gracias al Señor, porque es eterna su misericordia.
V/. Que lo confiesen los redimidos por el Señor, los que él rescató de la mano del
enemigo, los que reunió de todos los países: Norte, Sur, Oriente y Occidente.
Erraban por un desierto solitario, no encontraban el camino de ciudad
habitada; pasaban hambre y sed, se les iba agotando la vida. R/.
V/. Pero gritaron al Señor en su angustia, y los arrancó de la tribulación.
Los guió por un camino derecho, para que llegaran a ciudad habitada. R/.
V/. Den gracias al Señor por su misericordia, por las maravillas que hace con los
hombres.
Calmó el ansia de los sedientos, y a los hambrientos los colmó de bienes. R/.
Lectura del santo Evangelio según San Mateo 22, 34-40
En aquel tiempo, los fariseos, al oír que había hecho callar a los saduceos, se
acercaron a Jesús y uno de ellos le preguntó para ponerlo a prueba: Maestro,
¿cuál es el mandamiento principal de la Ley? El le dijo: «Amarás al Señor tu Dios
con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser».
Este mandamiento es el principal y primero.
El segundo es semejante a él: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo».
Estos dos mandamientos sostienen la Ley entera y los profetas.