La Iglesia Católica Romana, de acuerdo con el Calendario General Romano, celebra en Martes, 2017-08-22 lo siguiente:
Lectura del libro de Isaías 9, 1-3. 5-6
El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande;habitaban tierra de sombras, y una luz les brilló. Acreciste la alegría, aumentaste el gozo;se gozan en tu presencia, como gozan al segar, como se alegran al repartirse el botín. Porque la vara del opresor, y el yugo de su carga, el bastón de su hombro, los quebrantaste como el día de Madián. Porque un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado: lleva a hombros el principado, y es su nombre: «Maravilla de Consejero, Dios guerrero, Padre perpetuo, Príncipe de la paz.» Para dilatar el principado, con una paz sin límites, sobre el trono de David y sobre su reino. Para sostenerlo y consolidarlo con la justicia y el derecho, desde ahora y por siempre. El celo del Señor de los ejércitos lo realizará.
SALMO RESPONSORIAL Sal 112, 1-2. 3-4. 5-6. 7-8 (R.: 2)
R. Bendito sea el nombre del Señor, ahora y por siempre.
O bien:
Aleluya Lc 1, 28
Alabad, siervos del Señor, alabad el nombre del Señor. Bendito sea el nombre del
Señor, ahora y por siempre. R.
De la salida del sol hasta su ocaso, alabado sea el nombre del Señor. El Señor se
eleva sobre todos los pueblos, su gloria sobre los cielos. R.
¿Quién como el Señor, Dios nuestro, que se eleva en su trono y se abaja para mirar
al cielo y a la tierra? R.
Levanta del polvo al desvalido, alza de la basura al pobre, para sentarlo con los
príncipes, los príncipes de su pueblo. R.
Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está contigo;bendita tú eres entre las
mujeres.
Lectura del santo evangelio según san Lucas 1, 26-38
En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David;la virgen se llamaba María. El ángel, entrando en su presencia, dijo: -«Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo .» Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél. El ángel le dijo: -«No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.» Y María dijo al ángel: -«¿Como será eso, pues no conozco a varón?» El ángel le contestó: -«El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra;por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.» María contestó: -«Aquí está la esclava del Señor;hágase en mí según tu palabra.» Y la dejó el ángel.
Lectura del libro de los Jueces 6, 11-24a
En aquellos días, el ángel del Señor vino y se sentó bajo la encina de Ofrá,
propiedad de Joá de Abiezer, mientras su hijo Gedeón estaba trillando trigo a
látigo en el lagar, para esconderse, de los madianitas.
El ángel del Señor se le apareció y le dijo: El Señor está contigo, valiente.
Gedeón respondió: Perdón;si el Señor está con nosotros, ¿por qué nos ha venido
encima todo esto? ¿Dónde han quedado aquellos prodigios que nos contaban
nuestros padres: «De Egipto nos sacó el Señor» ? La verdad es que ahora el Señor
nos ha desamparado y nos ha entregado a los madianitas.
El Señor se volvió a él y le dijo: Vete, y con tus propias fuerzas salva a Israel de los
madianitas.
¡Yo te envío! Gedeón replicó: Perdón;¿cómo puedo yo librar a Israel? Precisamente
mi familia es la menor de Manasés, y yo soy el más pequeño en casa de mi padre.
El Señor contestó: Yo estaré contigo, y derrotarás a los madianitas como a un solo
hombre.
Gedeón insistió: Si he alcanzado tu favor, dame una señal de que eres tú quien
habla conmigo.
No te vayas de aquí hasta que yo vuelva con una ofrenda y te la presente.
El Señor dijo: Aquí me quedaré hasta que vuelvas.
Gedeón marchó a preparar un cabrito y unos panes ázimos con media fanega de
harina;colocó luego la carne en la cesta y echó el caldo en el puchero;se los llevó
al Señor y se los ofreció bajo la encina.
El ángel del Señor le dijo: Coge la carne y los panes ázimos, colócalos sobre esta
roca y derrama el caldo.
Así lo hizo.
Entonces el ángel del Señor alargó el cayado que llevaba, tocó la carne y los panes, y
se levantó de la roca una llamarada que los consumió.
Y el ángel del Señor desapareció de su vista.
Cuando Gedeón vio que se trataba del ángel del Señor, exclamó: ¡Ay, Dios mío ! ,
que he visto el ángel del Señor cara a cara.
Pero el Señor le dijo: ¡Paz! No temas, no morirás.
Entonces Gedeón levantó allí un altar al Señor y le puso el nombre de «Señor de la
Paz».
Salmo responsorial Sal 84, 9. 11-12. 13-14.
V/. El Señor anuncia la paz a su pueblo.
R/. El Señor anuncia la paz a su pueblo.
V/. Voy a escuchar lo que dice el Señor: «Dios anuncia la paz a su pueblo y a sus
amigos y a los que se convierten de corazón». R/.
V/. La misericordia y la fidelidad se encuentran, la justicia y la paz se besan;la
fidelidad brota de la tierra y la justicia mira desde el cielo. R/.
V/. El Señor nos dará la lluvia, y nuestra tierra dará su fruto.
La justicia marchará ante él, la salvación seguirá sus pasos. R/.
Lectura del santo Evangelio según San Mateo 19, 23-30
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Creedme: difícilmente entrará un rico
en el Reino de los Cielos.
Lo repito: Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico
entrar en el Reino de los Cielos.
Al oírlo, los discípulos dijeron espantados: Entonces, ¿quién puede salvarse? Jesús
se les quedó mirando y les dijo: Para los hombres es imposible;pero Dios lo
puede todo.
Entonces le dijo Pedro: Pues nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido.
¿Qué nos va a tocar?
Jesús les dijo: Creedme, cuando llegue la renovación, y el Hijo del Hombre se siente
en el trono de su gloria, también vosotros, los que me habéis seguido, os sentaréis
en doce tronos, para regir a las doce tribus de Israel.
El que por mí deja casa, hermanos o hermanas, padre o madre, mujer, hijos o
tierras, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna.
Muchos primeros serán últimos y muchos últimos serán primeros.