La Iglesia Católica Romana, de acuerdo con el Calendario General Romano, celebra en Lunes, 2024-05-20 lo siguiente:
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 4, 8-12
En aquellos días, Pedro, lleno de Espíritu Santo, dijo: -«Jefes del pueblo y ancianos: Porque le hemos hecho un favor a un enfermo, nos interrogáis hoy para averiguar qué poder ha curado a ese hombre; pues, quede bien claro a todos vosotros y a todo Israel que ha sido el nombre de Jesucristo Nazareno, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de entre los muertos; por su nombre, se presenta éste sano ante vosotros. Jesús es la piedra que desechasteis vosotros, los arquitectos, y que se ha convertido en piedra angular; ningún otro puede salvar; bajo el cielo, no se nos ha dado otro nombre que pueda salvarnos.»
Salmo responsorial Sal 39, 2 y 4ab. 7. 8-9. 10 (R.: 8a y 9a)
R. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Yo esperaba con ansia al Señor; él se inclinó y escuchó mi grito; me puso en la boca
un cántico nuevo, un himno a nuestro Dios. R.
Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, y, en cambio, me abriste el oído; no pides
sacrificio expiatorio. R'
Entonces yo digo: «Aquí estoy -como está escrito en mi libro-
para hacer tu voluntad.» Dios mío, lo quiero, y llevo tu ley en las entrañas. R.
He proclamado tu salvación ante la gran asamblea; no he cerrado los labios; Señor,
tú lo sabes. R.
Lc 9, 57-62
Lectura de La carta del Apóstol Santiago 3, 13-18
Queridos hermanos: ¿Hay alguno entre vosotros sabio y entendido? Que lo
demuestre con una buena conducta y con la amabilidad propia de la sabiduría.
Pero si tenéis el corazón amargado por la envidia y el egoísmo, no andéis
gloriándoos, porque sería pura falsedad.
Esa sabiduría no viene del cielo, sino que es terrena, animal, diabólica.
Donde hay envidias y peleas, hay desorden y toda clase de males.
La sabiduría que viene de arriba, ante todo es pura y, además, es amante de la paz,
comprensiva, dócil, llena de misericordia y buenas obras, constante, sincera.
Los que procuran la paz están sembrando la paz; y su fruto es la justicia.
Salmo responsorial Sal 18, 8. 9. 10. 15
V/. Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón.
R/. Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón.
V/. La ley del Señor es perfecta y es descanso del alma; el precepto del Señor es
fiel e instruye al ignorante.
Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón; la norma del Señor es
límpida y da luz a los ojos. R/.
V/. La voluntad del Señor es pura y eternamente estable; los mandamientos del
Señor son verdaderos y enteramente justos. R/.
V/. Que te agraden las palabras de mi boca, y llegue a tu presencia el meditar de
mi corazón, Señor, roca mía, redentor mío. R/.
Lectura del santo Evangelio según San Marcos 9, 13-28
En aquel tiempo, cuando Jesús hubo bajado del monte, al llegar adonde estaban los
demás discípulos, vieron mucha gente alrededor, y a unos letrados discutiendo
con ellos.
Al ver a Jesús, la gente se sorprendió, y corrió a saludarlo.
El les preguntó: ¿De qué discutís? Uno le contestó: Maestro, te he traído a mi hijo;
tiene un espíritu que no le deja hablar; y cuando lo agarra, lo tira al suelo, echa
espumarajos, rechina los dientes y se queda tieso.
He pedido a tus discípulos que lo echen, y no han sido capaces.
El les contestó: ¡Gente sin fe! ¿Hasta cuándo estaré con vosotros? ¿Hasta cuándo os
tendré que soportar ? Traédmelo.
Se lo llevaron.
El espíritu, en cuanto vio a Jesús, retorció al niño; cayó por tierra y se revolcaba
echando espumarajos.
Jesús preguntó al padre: ¿Cuánto tiempo hace que le pasa esto? Contestó él: Desde
pequeño.
Y muchas veces hasta lo ha echado al fuego y el agua para acabar con él.
Si algo puedes, ten lástima de nosotros y ayúdanos.
Jesús replicó: ¿Si puedo? Todo es posible al que tiene fe.
Entonces el padre del muchacho gritó: Tengo fe, pero dudo, ayúdame.
Jesús, al ver que acudía gente, increpó al espíritu inmundo, diciendo: Espíritu mudo
y sordo, yo te lo mando: Vete y no vuelvas a entrar en él.
Gritando y sacudiéndolo violentamente, salió.
El niño se quedó como un cadáver, de modo que la multitud decía que estaba
muerto.
Pero Jesús lo levantó cogiéndolo de la mano, y el niño se puso en pie.
Al entrar en casa, sus discípulos le preguntaron a solas: ¿Por qué no pudimos
echarlo nosotros? El les respondió: Esta especie sólo puede salir con oración y
ayuno.