La Iglesia Católica Romana, de acuerdo con el Calendario General Romano, celebra en Miércoles, 2024-05-15 lo siguiente:
Lectura del libro del Génesis 1, 1-2. 11-13. 26-28
Al principio creó Dios el cielo y la tierra. La tierra era un caos informe; sobre la faz del abismo, la tiniebla. Y el aliento de Dios se cernía sobre la faz de las aguas. Y dijo Dios: -«Verdee la tierra hierba verde que engendre semilla, y árboles frutales que den fruto según su especie y que lleven semilla sobre la tierra.» Y así fue. La tierra brotó hierba verde que engendraba semilla según su especie, y árboles que daban fruto y llevaban semilla según su especie. Y vio Dios que era bueno. Pasó una tarde, pasó una mañana: el día tercero. Y dijo Dios: -«Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza; que domine los peces del mar, las aves del cielo, los animales domésticos, los reptiles de la tierra.» Y creó Dios al hombre a su imagen; a imagen de Dios lo creó; hombre y mujer los creó. Y los bendijo Dios y les dijo: -«Creced, multiplicaos, llenad la tierra y sometedla; dominad los peces del mar, las aves del cielo, los vivientes que se mueven sobre la tierra.»
SALMO RESPONSORIAL Sal 1, 1-2. 3. 4 y 6 (R.: 2a)
R. Su gozo es la ley del Señor (O bien: Aleluya).
Dichoso el hombre
que no sigue el consejo de los impíos,
ni entra por la senda de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los cínicos;
sino que su gozo es la ley del Señor,
y medita su ley día y noche. R.
Será como un árbol plantado al borde de la acequia: da fruto en su sazón y no se
marchitan sus hojas; y cuanto emprende tiene buen fin. R.
No así los impíos, no así; serán paja que arrebata el viento. Porque el Señor protege
el camino de los justos, pero el camino de los impíos acaba mal. R.
Aleluya Jn 15, 9b. 5b
Permaneced en mi amor -dice el Señor-; el que permanece en mí y yo en él, ése da
fruto abundante.
Lectura del santo evangelio según san Juan 15, 1-7
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento mío que no da fruto lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto. Vosotros ya estáis limpios por las palabras que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada. Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden. Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará.»
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 20, 28-38
En aquellos días, decía Pablo a los presbíteros de la Iglesia de Éfeso:
—«Tened cuidado de vosotros y del rebaño que el Espíritu Santo os ha encargado
guardar, como pastores de la Iglesia de Dios, que él adquirió con su propia sangre.
Ya sé que, cuando os deje, se meterán entre vosotros lobos feroces, que no tendrán
piedad del rebaño. Incluso algunos de vosotros deformarán la doctrina y
arrastrarán a los discípulos. Por eso, estad alerta: acordaos que durante tres años, de
día y de noche, no he cesado de aconsejar con lágrimas en los ojos a cada uno en
particular. Ahora os dejo en manos de Dios y de su palabra de gracia, que tiene
poder para construiros y daros parte en la herencia de los santos. A nadie le he
pedido dinero, oro ni ropa. Bien sabéis que estas manos han ganado lo necesario
para mí y mis compañeros. Siempre os he enseñado que es nuestro deber trabajar
para socorrer a los necesitados, acordándonos de las palabras del Señor Jesús: "Hay
más dicha en dar que en recibir."»
Cuando terminó de hablar, se pusieron todos de rodillas, y rezó. Se echaron a llorar
y, abrazando a Pablo, lo besaban; lo que más pena les daba era lo que había dicho,
que no volverían a verlo. Y lo acompañaron hasta el barco.
Salmo responsorial Sal 67, 29-30. 33-35a. 35b y 36c (R/.: 33a)
R/. Reyes de la tierra, cantad a Dios (o bien: Aleluya).
Oh Dios, despliega tu poder, tu poder, oh Dios, que actúa en favor nuestro. A tu
templo de Jerusalén traigan los reyes su tributo. R/.
Reyes de la tierra, cantad a Dios, tocad para el Señor, que avanza por los cielos, los
cielos antiquísimos, que lanza su voz, su voz poderosa: «Reconoced el poder de
Dios.» R/.
Sobre Israel resplandece su majestad, y su poder, sobre las nubes. ¡Dios sea bendito!
Aleluya cf. Jn 17, 17b. a
Tu palabra, Señor, es verdad; conságranos en la verdad.
Lectura del santo evangelio según san Juan 17, 11b-19
En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos al cielo, oró, diciendo:
—«Padre santo, guárdalos en tu nombre, a los que me has dado, para que sean uno,
como nosotros.
Cuando estaba con ellos, yo guardaba en tu nombre a los que me diste, y los
custodiaba, y ninguno se perdió, sino el hijo de la perdición, para que se cumpliera
la Escritura.
Ahora voy a ti, y digo esto en el mundo para que ellos mismos tengan mi alegría
cumplida.
Yo les he dado tu palabra, y el mundo los ha odiado porque no son del mundo,
como tampoco yo soy del mundo.
No ruego que los retires del mundo, sino que los guardes del mal.
No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.
Conságralos en la verdad; tu palabra es verdad.
Como tú me enviaste al mundo, así los envío yo también al mundo.
Y por ellos me consagro yo, para que también se consagren ellos en la verdad.»