La Iglesia Católica Romana, de acuerdo con el Calendario General Romano, celebra en Viernes, 2020-01-31 lo siguiente:
Flp 4, 4-9
Salmo Responsorial Sal 102, 1-2. 3-4. 8-9. 13-14. 17-18a
Mt 18, 1-5
Lectura del segundo libro de Samuel 11, 1-4a. 5-10a. 13-17
Al año siguiente, en la época en que los reyes van a la guerra, David envió a Joab
con sus oficiales y todo Israel a devastar la región de los amonitas y sitiar a Rabá.
David mientras tanto se quedó en Jerusalén;y un día, a eso del atardecer, se levantó
de la cama y se puso a pasear por la azotea del palacio, y desde la azotea vio a
una mujer bañándose, una mujer muy bel1a.
David mandó a preguntar por la mujer, y le dijeron: Es Betsabé, hija de Alián,
esposa de Urías, el hitita.
David mandó a unos para que se la trajesen.
Después Betsabé volvió a su casa;quedó encinta y mandó este aviso a David: Estoy
encinta.
Entonces David mandó esta orden a Joab: Mándame a Urías, el hitita.
Joab se lo mandó.
Cuando llegó Urías, David le preguntó por Joab, el ejército y la guerra.
Luego le dijo: .
Anda a casa a lavarte los pies.
Urías salió del palacio, y detrás de él le llevaron un regalo del rey.
Pero Urías durmió a la puerta del palacio, con los guardias de su señor;no fue a su
casa.
Avisaron a David que Urías no había ido a su casa.
Al día siguiente David lo convidó a un banquete y lo emborrachó.
Al atardecer, Urías salió para acostarse con los guardias de su señor y no fue a su
casa.
A la mañana siguiente David escribió una carta a Joab y se la mandó por medio de
Urías.
El texto de la carta era: «Pon a Urías en primera línea, donde sea más recia la lucha;
y retiraos dejándolo solo, para que lo hieran y muera».
Joab, que tenía cercada la ciudad, puso a Urías donde sabía que estaban los
defensores más aguerridos.
Los de la ciudad hicieron una salida, trabaron combate con Joab y hubo bajas en el
ejército entre los oficiales de David;murió también Urías, el hitita.
Salmo responsorial Sal 50, 3-4. 5-6a. 6bc-7. 10-11.
V/. Misericordia, Señor, que hemos pecado.
R/. Misericordia, Señor, que hemos pecado.
V/. Misericordia, Dios mío, por tu bondad, por tu inmensa compasión borra mi
culpa.
Lava del todo mi delito, limpia mi pecado. R/.
V/. Pues yo reconozco mi culpa, tengo siempre presente mi pecado.
Contra ti, contra ti solo pequé, cometí la maldad que aborreces.
V/. En la sentencia tendrás razón, en el juicio resultarás inocente.
Mira, en la culpa nací, pecador me concibió mi madre. R/.
V/. Hazme oír el gozo y la alegría, que se alegren los huesos quebrantados.
Aparta de mi pecado tu vista, borra en mí toda culpa. R/.
Lectura del santo Evangelio según San Marcos 4, 26-34
En aquel tiempo, decía Jesús a las turbas: El Reino de Dios se parece a un hombre
que echa simiente en la tierra.
El duerme de noche, y se levanta de mañana;la semilla germina y va creciendo, sin
que él sepa cómo.
La tierra va produciendo la cosecha ella sola: primero los tallos, luego la espiga,
después el grano.
Cuando el grano está a punto, se mete la hoz, porque ha llegado la siega.
Dijo también: ¿Con qué podemos comparar el Reino de Dios? ¿Qué parábola
usaremos? Con un grano de mostaza: al sembrarlo en la tierra es la semilla más
pequeña, pero después, brota, se hace más alta que las demás hortalizas y echa
ramas tan grandes, que los pájaros pueden cobijarse y anidar en ellas.
Con muchas parábolas parecidas les exponía la Palabra, acomodándose a su
entender.
Todo se lo exponía con parábolas, pero a sus discípulos se lo explicaba todo en
privado.