La Iglesia Católica Romana, de acuerdo con el Calendario General Romano, celebra en Jueves, 2023-11-30 lo siguiente:
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 10, 9-18
Si tus labios profesan que Jesús es el Señor, y tu corazón cree que Dios lo resucitó de entre los muertos, te salvarás. Por la fe del corazón llegamos a la justificación, y por la profesión de los labios, a la salvación. Dice la Escritura: «Nadie que cree en él quedará defraudado.» Porque no hay distinción entre judío y griego; ya que uno mismo es el Señor de todos, generoso con todos los que lo invocan. Pues «todo el que invoca el nombre del Señor se salvará.» Ahora bien, ¿cómo van a invocarlo, si no creen en él?; ¿cómo van a creer, si no oyen hablar de él?; y ¿cómo van a oír sin alguien que proclame?; y ¿cómo van a proclamar si no los envían? Lo dice la Escritura: «¡Qué hermosos los pies de los que anuncian el Evangelio!» Pero no todos han prestado oído al Evangelio; como dice Isaías: «Señor, ¿quién ha dado fe a nuestro mensaje?» Así, pues, la fe nace del mensaje, y el mensaje consiste en hablar de Cristo. Pero yo pregunto: «¿Es que no lo han oído?» Todo lo contrario: «A toda la tierra alcanza su pregón, y hasta los límites del orbe su lenguaje.»
Salmo responsorial Sal 18, 2-3. 4-5 (R.: 5a)
R. A toda la tierra alcanza su pregón.
El cielo proclama la gloria de Dios, el firmamento pregona la obra de sus manos: el
día al día le pasa el mensaje, la noche a la noche se lo susurra. R.
Sin que hablen, sin que pronuncien, sin que resuene su voz, a toda la tierra alcanza
su pregón y hasta los límites del orbe su lenguaje. R.
Aleluya Mt 4, 19
Venid y seguidme -dice el Señor-, y os haré pescadores de hombres.
Lectura del santo evangelio según san Mateo 4, 18-22
En aquel tiempo, pasando Jesús junto al lago de Galilea, vio a dos hermanos, a Simón, al que llaman Pedro, y a Andrés, su hermano, que estaban echando el copo en el lago, pues eran pescadores. Les dijo: -«Venid y seguidme, y os haré pescadores de hombres.» Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. Y, pasando adelante, vio a otros dos hermanos, a Santiago, hijo de Zebedeo, y a Juan, que estaban en la barca repasando las redes con Zebedeo, su padre. Jesús los llamó también. Inmediatamente dejaron la barca y a su padre y lo siguieron.
Lectura del Profeta Daniel 6, 11-27
En aquellos días, unos hombres espiaron a Daniel y lo sorprendieron orando y
suplicando a su Dios.
Entonces fueron a decirle al rey: Majestad, ¿no has firmado tú un decreto que
prohibe hacer oración a cualquier dios fuera de ti, bajo pena de ser arrojado al
foso de los leones? El rey contestó: El decreto está en vigor, como ley irrevocable
de medos y persas.
Ellos le replicaron: Pues, Daniel, uno de los deportados de Judea, no te obedece a ti,
Majestad, ni al decreto que has firmado, sino que tres veces al día hace oración a
su Dios.
Al oírlo, el rey, todo sofocado, se puso a pensar la manera de salvar a Daniel, y
hasta la puesta del sol hizo lo imposible por librarlo.
Pero aquellos hombres le urgían, diciéndole: Majestad, sabes que, según la ley de
medos y persas, un decreto o edicto real es válido e irrevocable.
Entonces el rey mandó traer a Daniel y echarlo al foso de los leones.
El rey dijo a Daniel: ¡Que te salve ese Dios a quien tú veneras fielmente! Trajeron
una piedra, taparon con ella la boca del foso, y el rey la selló con su sello y con el
de sus nobles, para que nadie pudiese modificar la sentencia dada contra Daniel.
Luego el rey volvió a su palacio, pasó la noche en ayunas, sin mujeres y sin poder
dormir.
Madrugó y fue corriendo al foso de los leones.
Se acercó al foso y gritó afligido: ¡Daniel, siervo del Dios vivo! ¿Ha podido salvarte
de los leones ese Dios a quien veneras fielmente? Daniel le contestó: ¡Viva
siempre el rey! Mi Dios envió su ángel a cerrar las fauces de los leones, y no me
han hecho nada, porque ante él soy inocente, como tampoco he hecho nada
contra ti.
El rey se alegró mucho; mandó que sacaran a Daniel del foso; al sacarlo, no tenía ni
un rasguño, porque había confiado en su Dios.
Luego mandó el rey traer a los que habían calumniado a Daniel, y arrojarlos al foso
de los leones con sus hijos y esposas.
No habían llegado al suelo y ya los leones los habían atrapado y despedazado.
Entonces el rey Darío escribió a todos los pueblos, naciones y lenguas de la tierra:
«¡Paz y bienestar! Ordeno y mando: Que en mi imperio, todos respeten y teman
al Dios de Daniel.
El es el Dios vivo, que permanece siempre.
Su reino no será destruido, su imperio dura hasta el fin.
El salva y libra, hace prodigios y signos en cielo y tierra.
El salvó a Daniel de los leones».
Salmo responsorial Dn 3, 68. 69. 70. 71. 72. 73. 74
V/. Rocíos y nevadas: bendecid al Señor.
R/. Ensalzadlo con himnos por los siglos.
V/. Témpanos y hielos: bendecid al Señor. R/.
V/. Escarchas y nieves: bendecid al Señor. R/.
V/. Noche y día: bendecid al Señor.
V/. Luz y tinieblas: bendecid al Señor. R/.
V/. Rayos y nubes: bendecid al Señor. R/.
V/. Bendiga la tierra al Señor.
Lectura del santo Evangelio según San Lucas 21, 20-28
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Cuando veáis a Jerusalén sitiada por
ejércitos, sabed que está cerca su destrucción.
Entonces los que estén en Judea, que huyan a la sierra; los que estén en la ciudad,
que se alejen; los que estén en el campo, que no entren en la ciudad; porque serán
días de venganza en que se cumplirá todo lo que está escrito.
¡Ay de las que estén encinta o criando en aquellos días ! Porque habrá angustia
tremenda en esta tierra y un castigo para este pueblo.
Caerán a filo de espada, los llevarán cautivos a todas las naciones, Jerusalén será
pisoteada por los gentiles, hasta que a los gentiles les llegue su hora.
Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes,
enloquecidas por el estruendo del mar y el oleaje.
Los hombres quedarán sin aliento por el miedo y la ansiedad, ante lo que se le viene
encima al mundo, pues las potencias del cielo temblarán.
Entonces verán al Hijo del Hombre venir en una nube, con gran poder y gloria.
Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza; se acerca vuestra
liberación.