La Iglesia Católica Romana, de acuerdo con el Calendario General Romano, celebra en Lunes, 2018-09-03 lo siguiente:
2 Co 4, 1-2. 5-7
Salmo Responsorial Sal 95, 1-2a. 2b-3. 7-8a. 10
Lc 22, 24-30
Lectura de la primera carta del Apóstol San Pablo a los Corintios 2, 1-5
Hermanos: Cuando vine a vosotros a anunciaros el testimonio de Dios, no lo hice
con sublime elocuencia o sabiduría, pues nunca entre vosotros me precié de saber
cosa alguna, sino a Jesucristo, y éste crucificado.
Me presenté a vosotros débil y temeroso;mi palabra y mi predicación no fue con
persuasiva sabiduría humana, sino en la manifestación y el poder del Espíritu,
para que vuestra fe no se apoye en la sabiduría de los hombres, sino en el poder
de Dios.
Salmo responsorial Sal 118, 97. 98. 99. 100. 101. 102.
V/. ¡Cuánto amo tu voluntad, Señor!
R/. ¡Cuánto amo tu voluntad, Señor!
V/. Cuánto amo tu voluntad: todo el día la estoy meditando.
V/. Tu mandato me hace más sabio que mis enemigos, siempre me acompaña.
V/. Soy más docto que todos mis maestros, porque medito tus preceptos.
V/. Soy más sagaz que los ancianos, porque cumplo tus leyes.
V/. Aparto mi pie de toda senda mala, para guardar tu palabra.
V/. No me aparto de tus mandamientos, porque tú me has instruido.
Lectura del santo Evangelio según San Lucas 4, 16-30
En aquel tiempo, fue Jesús a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga,
como era su costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer la lectura.
Le entregaron el Libro del Profeta Isaías y, desenrollándolo, encontró el pasaje
donde estaba escrito: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha
ungido.
Me ha enviudó para dar la Buena Noticia a los pobres, para anunciar a los cautivos
la libertad, y a los ciegos, la vista.
Para dar libertad a los oprimidos;para anunciar el año de gracia del Señor».
Y, enrollando el libro, lo devolvió al que le ayudaba y se sentó.
Toda la sinagoga tenía los ojos fijos en él.
Y él se puso a decirles: Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír.
Y todos le expresaban su aprobación y se admiraban de las palabras de gracia que
salían de sus labios.
Y decían: ¿No es éste el hijo de José? Y Jesús les dijo: Sin duda me recitaréis aquel
refrán: «Médico, cúrate a ti mismo» : haz también aquí en tu tierra lo que hemos
oído que has hecho en Cafarnaún.
Y añadió: Os aseguro que ningún profeta es bien mirado en su tierra.
Os garantizo que en Israel había muchas viudas en tiempos de Elías, cuando estuvo
cerrado el cielo tres años y seis meses y hubo una gran hambre en todo el país;
sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías más que a una viuda de
Sarepta, en el territorio de Sidón.
Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del Profeta Eliseo, sin embargo,
ninguno de ellos fue curado más que Naamán, el sirio.
Al oír esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose, lo empujaron
fuera del pueblo hasta un barranco del monte en donde se alzaba su pueblo, con
intención de despeñarlo.
Pero Jesús se abrió paso entre ellos y se alejaba.