La Iglesia Católica Romana, de acuerdo con el Calendario General Romano, celebra en Martes, 2020-12-29 lo siguiente:
2 Tm 2, 8-13;3, 10-12
Salmo Responsorial Sal 33, 2-3. 4-5. 6-7. 8-9
Mt 16, 24-27
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
-«El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz
y me siga.
Si uno quiere salvar su vida, la perderá;pero el que la pierda por mí la encontrará.
¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida?
¿Q qué podrá dar para recobrarla?
Porque el Hijo del hombre vendrá entre sus ángeles, con la gloria de su Padre, y
entonces pagará a cada uno según su conducta.»
Palabra del Señor.
Lectura de la primera carta del apóstol San Juan 2, 3-11
Queridos hermanos:
En esto sabemos que conocemos a Jesús: en que guardamos sus mandamientos.
Quien dice: «Yo le conozco», y no guarda sus mandamientos, es un mentiroso, y la
verdad no está en él. Pero quien guarda su palabra, ciertamente el amor de Dios ha
llegado en él a su plenitud.
En esto conocemos que estamos en él.
Quien dice que permanece en él debe vivir como vivió él.
Queridos, no os escribo un mandamiento nuevo, sino el mandamiento antiguo que
tenéis desde el principio. Este mandamiento antiguo es la palabra que habéis
escuchado. Y, sin embargo, os escribo un mandamiento nuevo -lo cual es verdadero
en él y en vosotros—, pues las tinieblas pasan, y la luz verdadera brilla ya.
Quien dice que está en la luz y aborrece a su hermano está aún en las tinieblas.
Quien ama a su hermano permanece en la luz y no tropieza. Pero quien aborrece a
su hermano está en las tinieblas, camina en las tinieblas, no sabe a dónde va, porque
las tinieblas han cegado sus ojos.
Salmo responsorial Sal 95, 1-2a. 2b-3. 5b-6 (R/. 11a)
R/. Alégrese el cielo, goce la tierra.
Cantad al Señor un cántico nuevo, cantad al Señor, toda la tierra;cantad al Señor,
bendecid su nombre. R.
Proclamad día tras día su victoria. Contad a los pueblos su gloria, sus maravillas a
todas las naciones. R/.
El Señor ha hecho el cielo;honor y majestad lo preceden, fuerza y esplendor están
en su templo. R/.
Aleluya Lc 2, 32
Luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel.
Lectura del santo evangelio según san Lucas 2, 22-35
Cuando llegó el tiempo de la purificación, según la ley de Moisés, los padres de
Jesús lo llevaron a Jerusalén, para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en
la ley del Señor: «Todo primogénito varón será consagrado al Señor», y para
entregar la oblación, como dice la ley del Señor: «un par de tórtolas o dos
pichones.»
Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso,
que aguardaba el consuelo de Israel;y el Espíritu Santo moraba en él. Había
recibido un oráculo del Espíritu Santo: que no vería la muerte antes de ver al Mesías
del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al templo.
Cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo previsto por la
ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo:
—«Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque
mis oídos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos:
luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel.»
Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño.
Simeón los bendijo, diciendo a María su madre:
—«Mira, éste está puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten;será como
una bandera discutida: así quedará clara la actitud de muchos corazones. Y a ti, una
espada te traspasará el alma.»