La Iglesia Católica Romana, de acuerdo con el Calendario General Romano, celebra en Viernes, 2023-04-28 lo siguiente:
1 Co 1, 18-25
Salmo Responsorial Sal 116, 1. 2
Mc 1, 14-20
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 9, 1-20
En aquellos días, Saulo seguía echando amenazas de muerte contra los discípulos
del Señor. Fue a ver al sumo sacerdote y le pidió cartas para las sinagogas de
Damasco, autorizándolo a traerse presos a Jerusalén a todos los que seguían el
nuevo camino, hambres y mujeres.
En el viaje, cerca ya de Damasco, de repente, una luz celeste lo envolvió con su
resplandor. Cayó a tierra y oyó una voz que le decía:
—«Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?»
Pregunto el:
—«¿Quién eres, Señor?»
Respondió la voz:
—«Soy Jesús, a quien tú persigues. Levántate, entra en la ciudad, y allí te dirán lo
que tienes que hacer.»
Sus compañeros de viaje se quedaron mudos de estupor, porque oían la voz, pero
no veían a nadie. Saulo se levantó del suelo y, aunque tenía los ojos abiertos, no
veía. Lo llevaron de la mano hasta Damasco. Allí estuvo tres días ciego, sin comer
ni beber.
Había en Damasco un discípulo, que se llamaba Ananías. El Señor lo llamó en una
visión:
—«Ananías.»
Respondió él:
—«Aquí estoy, Señor.»
El Señor le dijo:
—«Ve a la calle Mayor, a casa de Judas, y pregunta por un tal Saulo de Tarso. Está
orando, y ha visto a un cierto Ananías que entra y le impone las manos para que
recobre la vista.»
Ananías contestó:
—«Señor, he oído a muchos hablar de ese individuo y del daño que ha hecho a tus
santos en Jerusalén. Además, trae autorización de los sumos sacerdotes para
llevarse presos a todos los que invocan tu nombre.»
El Señor le dijo:
—«Anda, ve; que ese hombre es un instrumento elegido por mí para dar a conocer
mi nombre a pueblos y reyes, y a los israelitas. Yo le enseñaré lo que tiene que sufrir
por mi nombre.»
Salió Ananías, entró en la casa, le impuso las manos y dijo:
—«Hermano Saulo, el Señor Jesús, que se te apareció cuando venías por el camino,
me ha enviado para que recobres la vista y te llenes de Espíritu Santo.»
Inmediatamente se le cayeron de los ojos una especie de escamas, y recobró la vista.
Se levantó, y lo bautizaron. Comió, y le volvieron las fuerzas.
Se quedó unos días con los discípulos de Damasco, y luego se puso a predicar en las
sinagogas, afirmando que Jesús es el Hijo de Dios.
Salmo responsorial Sal 116, 1. 2 (R/.: Mc 16, 15)
R/. Id al mundo entero y proclamad el Evangelio (o bien: Aleluya).
Alabad al Señor, todas las naciones, aclamadlo, todos los pueblos. R/.
Firme es su misericordia con nosotros, su fidelidad dura por siempre. R/.
Aleluya Jn 6, 56
El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él —dice el Señor—.
Lectura del santo evangelio según san Juan 6, 52-59
En aquel tiempo, disputaban los judíos entre si:
—«¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?»
Entonces Jesús les dijo:
—«Os aseguro que si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre,
no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna,
y yo lo resucitaré en el último día.
Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida.
El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él.
El Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que
me come vivirá por mí.
Éste es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo
comieron y murieron; el que come este pan vivirá para siempre.»
Esto lo dijo Jesús en la sinagoga, cuando enseñaba en Cafarnaún.