La Iglesia Católica Romana, de acuerdo con el Calendario General Romano, celebra en Sábado, 2024-01-27 lo siguiente:
1 P 4, 7b-11
Salmo Responsorial Sal 148, 1-2. 11-13b. 13c-14
Mc 9, 34-37
Lectura del segundo libro de Samuel 12, 1-7a. 10-17
En aquellos días, el Señor envió a Natán donde David.
Entró Natán ante el rey y le dijo: Había dos hombres en un pueblo: uno rico y otro
pobre.
El rico tenía muchos rebaños de ovejas y bueyes; el pobre sólo tenía una corderilla
que había comprado; la iba criando, y ella crecía con él y sus hijos, comiendo de
su pan, bebiendo de su vaso, durmiendo en su regazo: era como una hija.
Llegó una visita a casa del rico; y, no queriendo perder una oveja o un buey para
invitar a su huésped, cogió la cordera del pobre y convidó a su huésped.
David se puso furioso contra aquel hombre y dijo a Natán: ¡Vive Dios, que el que ha
hecho eso es reo de muerte! No quiso respetar lo del otro, pues pagará cuatro
veces el valor de la cordera.
Entonces Natán dijo a David: ¡Eres tú! Pues bien, la espada no se apartará nunca de
tu casa; por haberme despreciado, quedándote con la mujer de Urías, el hitita.
Así dice el Señor: Yo haré que de tu propia casa nazca tu desgracia; te arrebataré tus
mujeres, y ante tus ojos se las daré a otro, que se acostará con ellas a la luz del sol
que nos alumbra.
Tú lo hiciste a escondidas, yo lo haré ante todo Israel, en pleno día.
David respondió a Natán: He pecado contra el Señor.
Y Natán le dijo: Pues el Señor perdona tu pecado.
No morirás.
Pero, por haber despreciado al Señor con lo que has hecho, el hijo que te ha nacido
morirá.
Natán marchó a su casa.
El Señor hirió al niño que la mujer de Urías había dado a David, y cayó gravemente
enfermo.
David pidió a Dios por el niño, prolongó su ayuno y de noche se acostaba en el
suelo.
Los ancianos de su casa intentaron levantarlo, pero él se negó, y no quiso comer
nada con ellos.
Salmo responsorial Sal 59, 12-13, 14-15. 16-17
V/. Oh Dios, crea en mí un corazón puro.
R/. Oh Dios, crea en mí un corazón puro.
Oh Dios, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu
firme; no me arrojes lejos de tu rostro, no me quites tu santo espíritu. R/.
V/. Devuélveme la alegría de tu salvación, afiánzame con espíritu generoso.
Enseñaré a los malvados tus caminos, los pecadores volverán a ti. R/.
V/. ¡Líbrame de la sangre, oh Dios, Dios, Salvador mío ! y cantará mi lengua tu
justicia.
Señor, me abrirás los labios, y mi boca proclamará tu alabanza. R/.
Lectura del santo Evangelio según San Marcos 4, 35-40
Aquel día, al atardecer, dijo Jesús a sus discípulos: Vamos a la otra oril1a.
Dejando a la gente, se lo llevaron en barca, como estaba; otras barcas lo
acompañaban.
Se levantó un fuerte huracán y las olas rompían contra la barca hasta casi llenarla de
agua.
El estaba a popa, dormido sobre un almohadón.
Lo despertaron, diciéndole: Maestro, ¿no te importa que nos hundamos? Se puso en
pie, increpó al viento y dijo al lago: ¡Silencio, cállate! El viento cesó y vino una
gran calma.
El les dijo: ¿Por qué sois tan cobardes? ¿Aún no tenéis fe? Se quedaron espantados y
se decían unos a otros: ¿Pero, quién es éste ? ¡Hasta el viento y las aguas le
obedecen!