La Iglesia Católica Romana, de acuerdo con el Calendario General Romano, celebra en Sábado, 2024-11-23 lo siguiente:
Is 52, 7-10
Salmo Responsorial Sal 95, 1-2a. 2b-3. 7-8a. 10
Lc 9, 57-62
Lectura del libro del Apocalipsis 11, 4-12
Me fue dicho a mí, Juan: Estos son mis dos testigos, los dos olivos y las dos
lámparas que están en la presencia del Señor de la tierra.
Si alguno quiere hacerles daño, echarán fuego por la boca, y devorará a sus
enemigos; así, el que intente hacerles daño morirá sin remedio. Tienen poder
para cerrar el cielo, de modo que no llueva mientras dura su profecía; tienen
también poder para transformar el agua en sangre y herir la tierra a voluntad con
plagas de toda especie.
Pero, cuando terminen su testimonio, la bestia que sube del abismo les hará la
guerra, los derrotará y los matará.
Sus cadáveres yacerán en la calle de la gran ciudad, simbólicamente llamada
Sodoma y Egipto, donde también su Señor fue crucificado.
Durante tres días y medio, gente de todo pueblo y raza, de toda lengua y nación,
contemplarán sus cadáveres, y no permitirán que les den sepultura.
Todos los habitantes de la tierra se felicitarán por su muerte, harán fiesta y se
cambiarán regalos; porque estos dos profetas eran un tormento para los
habitantes de la tierra.
Al cabo de los tres días y medio, un aliento de vida mandado por Dios entró en
ellas, y se pusieron en pie en medio del terror de todos los que lo veían.
Oyeron entonces una voz fuerte que les decía desde el cielo: Subid aquí.
Y subieron al cielo en una nube, a la vista de sus enemigos.
Salmo responsorial Sal 143, 1. 2. 9-10
V/. Bendito el Señor, mi Roca.
R/. Bendito el Señor, mi Roca.
V/. Bendito el Señor, mi Roca, que adiestra mis manos para el combate, mis dedos
para la pelea. R/.
V/. Mi bienhechor, mi alcázar, baluarte donde me pongo a salvo; mi escudo, mi
refugio, que me somete los pueblos. R/.
V/. Dios mío, te cantaré un cántico nuevo, tocaré para ti el arpa de diez cuerdas:
para ti, que das la victoria a los reyes y salvas a David tu siervo. R/.
Lectura del santo Evangelio según San Lucas 20, 27-40
En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos saduceos, que niegan la resurrección y le
preguntaron: Maestro, Moisés nos dejó escrito: «Si a uno se le muere su hermano,
dejando mujer pero sin hijos, cásese con la viuda y dé descendencia a su
hermano».
Pues bien, había siete hermanos el primero se casó y murió sin hijos.
Y el segundo y el tercero se casaron con ella, y así los siete murieron sin dejar hijos.
Por último murió la mujer.
Cuando llegue la resurrección, ¿de cuál de ellos será la mujer? Porque los siete han
estado casados con el1a.
Jesús les contestó: En esta vida hombres y mujeres se casan; pero los que sean
juzgados dignos de la vida futura y de la resurrección de entre los muertos, no se
casarán.
Pues ya no pueden morir, son como ángeles; son hijos de Dios, porque participan
en la resurrección.
Y que resucitan los muertos, el mismo Moisés lo indica en el episodio de la zarza,
cuando llama al Señor: «Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob».
No es Dios de muertos sino de vivos: porque para él todos están vivos.
Intervinieron unos letrados: Bien dicho, Maestro.
Y no se atrevían a hacerle más preguntas.