La Iglesia Católica Romana, de acuerdo con el Calendario General Romano, celebra en Lunes, 2024-11-18 lo siguiente:
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 28, 11-16. 30-31
Al cabo de tres meses, zarpamos en un barco que había invernado en la isla de Malta. Era de Alejandría y llevaba por mascarón a Cástor y Pólux. Tocamos en Siracusa y nos detuvimos tres días; desde allí, costeando, arribamos a Regio. Al día siguiente, se levantó viento sur, y llegamos a Pozzuoli en dos días. Allí encontramos algunos hermanos que nos invitaron a pasar una semana con ellos. Después llegamos a Roma. Los hermanos de Roma, que tenían noticia de nuestras peripecias, salieron a recibirnos al Foro Apio y Tres Tabernas. Al verlos, Pablo dio gracias a Dios y se sintió animado. En Roma, le permitieron a Pablo vivir por su cuenta en una casa, con un soldado que lo vigilase. Vivió allí dos años enteros a su propia costa, recibiendo a todos los que acudían, predicándoles el reino de Dios y enseñando lo que se refiere al Señor Jesucristo con toda libertad, sin estorbos.
Salmo responsorial Sal 97, 1. 2-3ab. 3c-4. 5-6 (R.: 2b)
R. El Señor revela a las naciones su justicia.
Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas: su diestra le ha
dado la victoria, su santo brazo. R.
El Señor da a conocer su victoria, revela a las naciones su justicia: se acordó de su
misericordia y su fidelidad en favor de la casa de Israel. R.
Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios. Aclama al
Señor, tierra entera; gritad, vitoread, tocad: R.
tañed la cítara para el Señor, suenen los instrumentos: con clarines y al son de
trompetas, aclamad al Rey y Señor. R.
Aleluya
A ti, oh Dios, te alabamos, a ti, Señor, te reconocemos. A ti te ensalza el glorioso
coro de los apóstoles.
Lectura del santo evangelio según san Mateo 14, 22-33
Después que la gente se hubo saciado, Jesús apremió a sus discípulos a que subieran a la barca y se le adelantaran a la otra orilla, mientras él despedía a la gente. Y, después de despedir a la gente, subió al monte a solas para orar. Llegada la noche, estaba allí solo. Mientras tanto, la barca iba ya muy lejos de tierra, sacudida por las olas, porque el viento era contrario. De madrugada se les acercó Jesús, andando sobre el agua. Los discípulos, viéndole andar sobre el agua, se asustaron y gritaron de miedo, pensando que era un fantasma. Jesús les dijo en seguida: -«¡Ánimo, soy yo, no tengáis miedo!» Pedro le contestó: -«Señor, si eres tú, mándame ir hacia ti andando sobre el agua.» Él le dijo: -«Ven.» Pedro bajó de la barca y echó a andar sobre el agua, acercándose a Jesús; pero, al sentir la fuerza del viento, le entró miedo, empezó a hundirse y gritó: -«Señor, sálvame.» En seguida Jesús extendió la mano, lo agarró y le dijo: -«¡Qué poca fe! ¿Por qué has dudado?» En cuanto subieron a la barca, amainó el viento. Los de la barca se postraron ante él, diciendo: -«Realmente eres Hijo de Dios.»
Comienzo del libro del Apocalipsis 1, 1-4; 2, 1-5a
Esta es la revelación que Dios ha entregado a Jesucristo, para que muestre a sus
siervos lo que tiene que suceder pronto.
Dio la señal enviando su ángel a su siervo Juan.
Este, narrando lo que ha visto, se hace testigo de la palabra de Dios y del testimonio
de Jesucristo.
Dichoso el que lee y dichosos los que escuchan las palabras de esta profecía y tienen
presente lo que en ella está escrito, porque el plazo está cerca.
Juan a las siete iglesias de Asia: Gracia y paz a vosotros de parte del que es y era y
viene y de parte de los siete espíritus que están ante su trono.
Oí una voz que decía desde el cielo: Al ángel de la Iglesia de Éfeso escribe así: Esto
dice el que tiene las siete estrellas en su mano derecha y anda entre los siete
candelabros de oro: Conozco tu manera de obrar, tu fatiga y tu aguante; sé que
no puedes soportar a los malvados, que pusiste a prueba a los que se llamaban
apóstoles sin serlo y descubriste que eran unos embusteros.
Eres tenaz, has sufrido por mí y no te has rendido a la fatiga; pero tengo en contra
tuya que has abandonado el amor primero.
Recuerda de dónde has caído, conviértete y vuelve a proceder como antes.
Salmo responsorial Sal 1, 1-2. 3. 4 y 6.
V/. Al que venciere le daré a comer del árbol de la vida.
R/. Al que venciere le daré a comer del árbol de la vida.
V/. Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos; ni entra por la senda
de los pecadores, ni se sienta en la reunión de los cínicos, sino que su gozo es la
ley del Señor, y medita su ley día y noche. R/.
V/. Será como un árbol plantado al borde de la acequia: da fruto en su sazón, y no
se marchitan sus hojas; y cuanto emprende tiene buen fin. R/.
V/. No así los impíos, no así: serán paja que arrebata el viento; porque el Señor
protege el camino de los justos, pero el camino de los impíos acaba mal. R/.
Lectura del santo Evangelio según San Lucas 18, 35-43
En aquel tiempo, cuando se acercaba Jesús a Jericó, había un ciego sentado al borde
del camino, pidiendo limosna.
Al oír que pasaba gente, preguntaba qué era aquello; y le explicaron: Pasa Jesús
Nazareno.
Entonces gritó: ¡Jesús, hijo de David, ten compasión de mí! Los que iban delante le
regañaban para que se callara, pero él gritaba más fuerte: ¡Hijo de David, ten
compasión de mí! Jesús se paró y mandó que se lo trajeran.
Cuando estuvo cerca, le preguntó: ¿Qué quieres que haga por ti? El dijo: Señor, que
vea otra vez.
Jesús le contestó: Recobra la vista, tu fe te ha curado.
Enseguida recobró la vista y lo siguió glorificando a Dios.
Y todo el pueblo, al ver esto, alababa a Dios.