La Iglesia Católica Romana, de acuerdo con el Calendario General Romano, celebra en Sábado, 2024-11-02 lo siguiente:
Lectura del segundo libro de los Macabeos 12, 43-46
En aquellos días, Judas, jefe de Israel, recogió dos mil dracmas de plata en una colecta y las envió a Jerusalén para que ofreciesen un sacrificio de expiación. Obró con gran rectitud y nobleza, pensando en la resurrección. Si no hubiera esperado la resurrección de los caídos, habría sido inútil y ridículo rezar por los muertos. Pero, considerando que a los que habían muerto piadosamente les estaba reservado un magnífico premio, la idea es piadosa y santa. Por eso, hizo una expiación por los muertos, para que fueran liberados del pecado. Palabra de Dios.
Sal 22, 1-3. 4. 5. 6 (R.: 1; o bien: 4ab)
R. El Señor es mi pastor, nada me falta.
El Señor es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace recostar; me
conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas; me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre. R.
Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tu vas conmigo: tu vara y
tu cayado me sosiegan. R.
Preparas una mesa ante mi, enfrente de mis enemigos; me unges la cabeza con
perfume, y mi copa rebosa. R.
Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida, y habitaré en
la casa del Señor por años sin termino. R.
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 5, 5-11
Hermanos: La esperanza no defrauda, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado. En efecto, cuando nosotros todavía estábamos sin fuerza, en el tiempo señalado, Cristo murió por los impíos; en verdad, apenas habrá quien muera por un justo; por un hombre de bien tal vez se atrevería uno a morir; mas la prueba de que Dios nos ama es que Cristo, siendo nosotros todavía pecadores, murió por nosotros. ¡Con cuánta más razón, pues, justificados ahora por su sangre, seremos por el salvos del castigo! Si, cuando aramos enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, ¡con cuanta más razón, estando ya reconciliados, seremos salvos por su vida! Y no sólo eso, sino que también nos gloriamos en Dios, por nuestro Señor Jesucristo, por quien hemos obtenido ahora la reconciliación. Palabra de Dios.
Cf. Mt 11, 25
Bendito seas, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has revelado los secretos del reino a la gente sencilla.
Lectura del santo evangelio según san Mateo 5, 1-12a
En aquel tiempo, al ver Jesús el gentío, subió a la montaña, se sentó, y se acercaron sus discípulos; y el se puso a hablar, enseñándoles: «Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Dichosos los sufridos, porque ellos heredarán la tierra. Dichosos los que lloran, porque ellos serán consolados. Dichosos los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados. Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán los Hijos de Dios. Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Dichosos vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo.» Palabra del Señor.
Lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Filipenses 1, 18b-26
Hermanos: Con tal de que se anuncie a Cristo, yo me alegro; y me seguiré
alegrando, porque sé que esto será para mi bien, gracias a vuestras oraciones y al
espíritu de Cristo que me socorre.
Lo espero con impaciencia, porque en ningún caso saldré derrotado; al contrario,
ahora como siempre, Cristo será glorificado en mi cuerpo, sea por mi vida o por
mi muerte.
Para mí la vida es Cristo, y una ganancia el morir.
Pero, si el vivir esta vida mortal me supone trabajo fructífero, no sé qué escoger.
Me encuentro en esta alternativa: por un lado deseo partir para estar con Cristo, que
es con mucho lo mejor; pero por otro, quedarme en esta vida, veo que es más
necesario para vosotros.
Convencido de esto, siento que me quedaré y estaré a vuestro lado, para que
avancéis alegres en la fe, de modo que el orgullo cristiano que sentís por mí
rebose cuando me encuentre de nuevo entre vosotros.
Salmo responsorial Sal 41, 2. 3. 5bcd
V/. Mi alma tiene sed del Dios vivo.
R/. Mi alma tiene sed del Dios vivo.
V/. Como busca la cierva corrientes de agua, así mi alma te busca a ti, Dios mío.
V/. Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo: ¿cuándo entraré a ver el rostro de
Dios? . R/.
V/. Recuerdo cómo marchaba a la cabeza del grupo hacia la casa de Dios, entre
cantos de júbilo y alabanza, en el bullicio de la fiesta. R/.
Lectura del santo Evangelio según San Lucas 14, 1. 7-11
En aquel tiempo, entró Jesús un sábado en casa de uno de los principales fariseos
para comer, y ellos le estaban espiando.
Notando que los convidados escogían los primeros puestos, les propuso este
ejemplo: Cuando te conviden a una boda, no te sientes en el puesto principal, no
sea que hayan convidado a otro de más categoría que tú; y vendrá el que os
convidó a ti y al otro, y te dirá: Cédele el puesto a éste.
Entonces, avergonzado, iras a ocupar el último puesto.
Al revés, cuando te conviden, vete a sentarte en el último puesto, para que, cuando
venga el que te convidó, te diga: Amigo, sube más arriba.
Entonces quedarás muy bien ante todos los comensales.
Porque todo el que se enaltece será humillado; y el que se humilla será enaltecido.