La Iglesia Católica Romana, de acuerdo con el Calendario General Romano, celebra en Domingo, 2018-03-18 lo siguiente:
1 Jn 5, 1-5
Salmo Responsorial Sal 18, 8. 9. 10. 11
Jn 15, 1-8
Lectura del Profeta Jeremías 31, 31-34.
Mirad que llegan días -oráculo del Señor- en que haré con la casa de Israel y la casa
de Judá una alianza nueva.
No como la que hice con vuestros padres, cuando los tomé de la mano para
sacarlos de Egipto:
Ellos, aunque yo era su Señor, quebrantaron mi alianza;
—oráculo del Señor—.
Sino que así será la alianza que haré con ellos, después de aquellos diás —oráculo
del Señor—:
Meteré mi ley en su pecho, la escribiré en sus corazones;
yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo.
Y no tendrá que enseñar uno a su prójimo, el otro a su hermano, diciendo:
Reconoce al Señor.
Porque todos me conocerán, desde el pequeño al grande
—oráculo del Señor—,
cuando perdone sus crímenes, y no recuerde sus pecados.
Salmo responsorial Sal 50, 3-4, 12-13. 14-15. 18-19
V/. Oh Dios, crea en mí un corazón puro.
R/. Oh Dios, crea en mí un corazón puro.
V/. Misericordia, Dios mío, por tu bondad;por tu inmensa compasión borra mi
culpa, lava del todo mi delito, limpia mi pecado.
R/. Oh Dios, crea en mí un corazón puro.
V/. Oh Dios, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro, no me quites tu santo espíritu.
R/. Oh Dios, crea en mí un corazón puro.
V/. Devuélveme la alegría de tu salvación, afiánzame con espíritu generoso.
Enseñaré a los malvados tus caminos, los pecadores volverán a ti.
R/. Oh Dios, crea en mí un corazón puro.
V/. Los sacrificios no te satisfacen, si te ofreciera un holocausto, no lo querrías. Mi
sacrificio es un espíritu quebrantado, un corazón quebrantado y humillado tú
no lo desprecias.
R/. Oh Dios, crea en mí un corazón puro.
Lectura de la carta a los Hebreos 5, 7-9.
Cristo, en los días de su vida mortal, a gritos y con lágrimas,
presentó oraciones y súplicas al que podía salvarlo de la muerte, cuando en su
angustia fue escuchado.
Él, a pesar de ser Hijo, aprendió, sufriendo, a obedecer.
Y, llevado a la consumación, se ha convertido para todos los que le obedecen en
autor de salvación eterna.
Versículo antes del Evangelio Jn 12, 26
El que quiera servirme, que me siga,
dice el Señor;
y donde esté yo, allí también
estará mi servidor.
Lectura del santo Evangelio según San Juan 12, 20-33.
En aquel tiempo entre los que habían venido a celebrar la Fiesta había algunos gentiles;éstos, acercándose a Felipe, el de Betsaida de Galilea, le rogaban:
—Señor, quisiéramos ver a Jesús.
Felipe fue a decírselo a Andrés;y Andrés y Felipe fueron a decírselo a Jesús.
Jesús les contestó:
—Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del Hombre.
Os aseguro, que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo;pero si muere, da mucho fruto. El que se ama a sí mismo, se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este mundo, se guardará para la vida eterna. El que quiera servirme, que me siga y donde esté yo, allí también estará mi servidor;a quien me sirva, el Padre le premiará.
Ahora mi alma está agitada y, ¿qué diré?: Padre, líbrame de esta hora. Pero si por esto he venido, para esta hora. Padre, glorifica tu nombre.
Entonces vino una voz del cielo:
—Lo he glorificado y volveré a glorificarlo.
La gente que estaba allí y lo oyó decía que había sido un trueno;otros decían que le había hablado un ángel.
Jesús tomó la palabra y dijo:
—Esta voz no ha venido por mi, sino por vosotros. Ahora va a ser juzgado el mundo;ahora el Príncipe de este mundo va a ser echado fuera. Y cuando yo sea elevado sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí.
Esto lo decía dando a entender la muerte de que iba a morir.