La Iglesia Católica Romana, de acuerdo con el Calendario General Romano, celebra en Sábado, 2020-10-17 lo siguiente:
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses 3, 17 - 4, 1
Seguid mi ejemplo, hermanos, y fijaos en los que andan según el modelo que tenéis en nosotros. Porque, como os decía muchas veces, y ahora lo repito con lágrimas en los ojos, hay muchos que andan como enemigos de la cruz de Cristo: su paradero es la perdición;su Dios, el vientre;su gloria, sus vergüenzas. Sólo aspiran a cosas terrenas. Nosotros, por el contrario, somos ciudadanos del cielo, de donde aguardamos un Salvador: el Señor Jesucristo. Él transformará nuestro cuerpo humilde, según el modelo de su cuerpo glorioso, con esa energía que posee para sometérselo todo. Así, pues, hermanos míos queridos y añorados, mi alegría y mi corona, manteneos así, en el Señor, queridos.
Salmo responsorail Sal 33, 2-3. 4-5. 6-7. 8-9 (R.: 5b)
R. El Señor me libró de todas mis ansias.
Bendigo al Señor en todo momento, su alabanza está siempre en mi boca;mi alma
se gloría en el Señor: que los humildes lo escuchen y se alegren. R.
Proclamad conmigo la grandeza del Señor, ensalcemos juntos su nombre. Yo
consulté al Señor, y me respondió, me libró de todas mis ansias. R.
Contempladlo, y quedaréis radiantes, vuestro rostro no se avergonzará. Si el
afligido invoca al Señor, él lo escucha y lo salva de sus angustias. R.
El ángel del Señor acampa en torno a sus fieles y los protege. Gustad y ved qué
bueno es el Señor, dichoso el que se acoge a él. R.
Aleluya St 1, 12
Dichoso el hombre que soporta la prueba, porque, una vez aquilatado, recibirá la
corona de la vida.
Lectura del santo evangelio según san Juan 12, 24-26
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«Os aseguro que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo;pero si muere, da mucho fruto. El que se ama a sí mismo se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este mundo se guardará para la vida eterna. El que quiera servirme, que me siga, y donde esté yo, allí también estará mi servidor;a quien me sirva, el Padre lo premiará.»
Lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Efesios 1, 15-23
Hermanos: Yo, que he oído hablar de vuestra fe en Cristo y de vuestro amor a todo
el pueblo santo, no ceso de dar gracias por vosotros, recordándoos en mi oración,
a fin de que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, os dé
espíritu de sabiduría y revelación para conocerlo.
Ilumine los ojos de vuestro corazón para que comprendáis cuál es la esperanza a la
que os llama, cuál la riqueza de gloria que da en herencia a los santos y cuál la
extraordinaria grandeza de su poder para nosotros, los que creemos, según la
eficacia de su fuerza poderosa, que desplegó en Cristo, resucitándolo de entre los
muertos y sentándolo a su derecha en el cielo, por encima de todo principado,
potestad, fuerza y dominación, y por encima de todo nombre conocido, no sólo
en este mundo, sino en el futuro.
Y todo lo puso bajo sus pies, y lo dio a la Iglesia, como Cabeza, sobre todo.
Ella es su cuerpo, plenitud del que lo acaba todo en todos.
Salmo responsorial Sal 8, 2-3a. 4-5. 6-7
V/. Diste a tu Hijo el mando sobre las obras de tus manos.
R/. Diste a tu Hijo el mando sobre las obras de tus manos.
¡Señor, dueño nuestro, qué admirable es tu nombre en toda la tierra !
Ensalzaste tu majestad sobre los cielos;de la boca de los niños de pecho has
sacado una alabanza. R/.
V/. Cuando contemplo el cielo, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que has
creado, ¿qué es el hombre, para que te acuerdes de él, el ser humano, para darle
poder? R/.
Lo hiciste poco inferior a los ángeles, lo coronaste de gloria y dignidad;le
diste el mando sobre las obras de tus manos. R/.
Lectura del santo Evangelio según San Lucas 12, 8-12
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Si uno se pone de mi parte ante los
hombres, también el Hijo del Hombre se pondrá de su parte ante los ángeles de
Dios. Y si uno me reniega ante los hombres, lo renegarán a él ante los ángeles de
Dios.
Al que hable contra el Hijo del Hombre se le podrá perdonar, pero al que blasfeme
contra el Espíritu Santo, no se le perdonará.
Cuando os conduzcan a la sinagoga, ante los magistrados y las autoridades, no os
preocupéis de lo que vais a decir, o de cómo os vais a defender.
Porque el Espíritu Santo os enseñará en aquel momento lo que tenéis que decir.