La Iglesia Católica Romana, de acuerdo con el Calendario General Romano, celebra en Miércoles, 2024-01-17 lo siguiente:
Ef 6, 10-13. 18
Salmo Responsorial Sal 15, 1-2a y 5. 7-8. 11
Aleluya Jn 8, 31b-32
Si os mantenéis en mi palabra, seréis de verdad discípulos míos y conoceréis la
verdad -dice el Señor-.
Lectura del santo evangelio según san Mateo 19, 16-26
En aquel tiempo, se acercó uno a Jesús y le preguntó: -«Maestro, ¿qué tengo que hacer de bueno para obtener la vida eterna?» Jesús le contestó: -«¿Por qué me preguntas qué es bueno? Uno solo es Bueno. Mira, si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos.» Él le preguntó: -«¿Cuáles?» Jesús le contestó: -«No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, honra a tu padre y a tu madre, y ama a tu prójimo como a ti mismo.» El muchacho le dijo: -«Todo eso lo he cumplido. ¿Qué me falta?» Jesús le contestó: -«Si quieres llegar hasta el final, vende lo que tienes, da el dinero a los pobres -así tendrás un tesoro en el cielo- y luego vente conmigo.» Al oír esto, el joven se fue triste, porque era rico. Jesús dijo a sus discípulos: -«Creedme: difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos. Lo repito: Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de los cielos.» Al oírlo, los discípulos dijeron espantados: - «Entonces, ¿quién puede salvarse?» Jesús se les quedó mirando y les dijo: -«Para los hombres es imposible; pero Dios lo puede todo.»
Lectura del primer libro de Samuel 17, 32-33. 37. 40-51.
En aquellos días, Saúl mandó llamar a David, y éste le dijo: Majestad, no os
desaniméis.
Este servidor tuyo irá a luchar con ese filisteo.
Pero Saúl le contestó: No podrás acercarte a ese filisteo para luchar con él, porque
eres un muchacho, y él es un guerrero desde mozo.
David replicó: El Señor, que me ha librado de las garras del león y de las garras del
oso, me librará de las manos de ese filisteo.
Entonces Saúl le dijo: Anda con Dios.
Agarró la cayada, escogió cinco cantos de arroyo, se los echó al zurrón, empuñó la
honda y se acercó al filisteo.
Este, precedido de su escudero, iba avanzando, acercándose a David; lo miró de
arriba abajo y lo despreció, porque era un muchacho de buen color y guapo, y le
gritó: ¿Soy yo un perro, para que vengas a mí con un palo? Luego maldijo a
David, invocando a sus dioses, y le dijo: Ven acá, y echaré tu carne a las aves del
cielo y a las fieras del campo.
Pero David le contestó: Tú vienes hacia mí armado de espada, lanza y jabalina; yo
voy hacia ti en nombre del Señor de los Ejércitos, Dios de las huestes de Israel, a
las que has desafiado.
Hoy te entregará el Señor en mis manos; te venceré, te arrancaré la cabeza de los
hombros y echaré tu cadáver y los cadáveres del campamento filisteo a las aves
del cielo y las fieras de la tierra; y todo el mundo reconocerá que hay un Dios en
Israel; y todos los aquí reunidos reconocerán que el Señor da la victoria sin
necesidad de espadas ni lanzas, porque ésta es una guerra del Señor y él os
entregará en nuestro poder.
Cuando el filisteo se puso en marcha y se acercaba en dirección a David, éste salió
de la formación y corrió velozmente en dirección al filisteo; echó mano al zurrón,
sacó una piedra, disparó la honda y le pegó al filisteo en la frente: la piedra se le
clavó en la frente, y cayó de bruces en tierra.
Así venció David al filisteo, con la honda y una piedra; lo mató de un golpe, sin
empuñar espada.
David corrió y se paró junto al filisteo, le agarró la espada, la desenvainó y lo
remató, cortándole la cabeza.
Salmo responsorial Sal 143, 1. 2. 9-10.
V/. Bendito el Señor, mi Roca.
R/. Bendito el Señor, mi Roca.
V/. Bendito el Señor, mi Roca, que adiestra mis manos para el combate, mis dedos
para la pelea. R/.
V/. Mi bienhechor, mi alcázar, baluarte donde me pongo a salvo, mi escudo y mi
refugio, que me somete los pueblos. R/.
V/. Dios mío, te cantaré un cántico nuevo, tocaré para ti el arpa de diez cuerdas:
para ti, que das la victoria a los reyes y salvas a David tu siervo.
Defiéndeme de la espada cruel. R/.
Lectura del santo Evangelio según San Marcos 3, 1-6
En aquel tiempo, entró Jesús otra vez en la sinagoga y había allí un hombre con
parálisis en un brazo.
Estaban al acecho, para ver si curaba en sábado y acusarlo.
Jesús le dijo al que tenía la parálisis: Levántate y ponte ahí en medio.
Y a ellos les preguntó: ¿Qué está permitido en sábado? , ¿hacer lo bueno o lo malo? ,
¿salvarle la vida a un hombre o dejarlo morir? Se quedaron callados.
Echando en torno una mirada de ira y dolido de su obstinación, le dijo al hombre:
Extiende el brazo.
Lo extendió y quedó restablecido.
En cuanto salieron de la sinagoga, los fariseos se pusieron a planear con los
herodianos el modo de acabar con él.