La Iglesia Católica Romana, de acuerdo con el Calendario General Romano, celebra en Sábado, 2025-06-14 lo siguiente:
Lectura de la segunda carta del Apóstol San Pablo a los Corintios 5, 14-21
Hermanos: Nos apremia el amor de Cristo, al considerar que, si uno murió por
todos, todos murieron.
Cristo murió por todos, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para el que
murió y resucitó por ellos.
Por tanto, no valoramos a nadie por criterios humanos.
Si alguna vez juzgamos a Cristo según tales criterios, ahora ya no.
El que es de Cristo es una criatura nueva: lo antiguo ha pasado, lo nuevo ha
comenzado.
Todo esto viene de Dios, que por medio de Cristo nos reconcilió consigo y nos
encargó el servicio de reconciliar.
Es decir, Dios mismo estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo, sin pedirle
cuentas de sus pecados,
y a nosotros nos ha confiado el mensaje de la reconciliación.
Por eso, nosotros actuamos como enviados de Cristo, y es como si Dios mismo os
exhortara por medio nuestro.
En nombre de Cristo os pedimos que os reconciliéis con Dios.
Al que no había pecado, Dios lo hizo expiar nuestros pecados, para que nosotros,
unidos a él, recibamos la salvación de Dios.
Salmo responsorial Sal 102, 1-2. 3-4. 8-9. 11-12
V/. El Señor es compasivo y misericordioso.
R/. El Señor es compasivo y misericordioso.
V/. Bendice, alma mía, al Señor, y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus beneficios. R/.
V/. El perdona todas tus culpas, y cura todas tus enfermedades; él rescata tu vida
de la fosa y te colma de gracia y de ternura. R/.
V/. El Señor es compasivo y misericordioso,
lento a la ira y rico en clemencia;
no está siempre acusando,
ni guarda rencor perpetuo. R/.
V/. Como se levanta el cielo sobre la tierra,
se levanta su bondad sobre sus fieles;
como dista el oriente del ocaso,
así aleja de nosotros nuestros delitos. R/.
Lectura del santo Evangelio según San Mateo 5, 33-37
En aquel tiempo, dijo, Jesús a sus discípulos: Sabéis que se mandó a los antiguos:
«No jurarás en falso» y «Cumplirás tus votos al Señor».
Pues yo os digo que no juréis en absoluto: ni por el cielo, que es el trono de Dios; ni
por la tierra, que es estrado de sus pies; ni por Jerusalén, que es la ciudad del
Gran Rey.
Ni jures por tu cabeza, pues no puedes volver blanco o negro un solo pelo.
A vosotros os basta decir sí o no.
Lo que pasa de ahí viene del Maligno.