La Iglesia Católica Romana, de acuerdo con el Calendario General Romano, celebra en Domingo, 2024-07-07 lo siguiente:
Lectura de la profecía de Ezequiel 2, 2-5
En aquellos días, el espíritu entró en mí, me puso en pie, y oí que me decía:
—«Hijo de Adán, yo te envío a los israelitas, a un pueblo rebelde que se ha
rebelado contra mí. Sus padres y ellos me han ofendido hasta el presente día.
También los hijos son testarudos y obstinados; a ellos te envío para que les
digas:"Esto dice el Señor." Ellos, te hagan caso o no te hagan caso, pues son un
pueblo rebelde, sabrán que hubo un profeta en medio de ellos. »
Salmo responsorial Sal 122, 1-2a. 2bcd. 3-4 (R/.: 2cd)
R/. Nuestros ojos están en el Señor, esperando su misericordia.
A ti levanto mis ojos, a ti que habitas en el cielo. Como están los ojos de los
esclavos fijos en las manos de sus señores. R/.
Como están los ojos de la esclava fijos en las manos de su señora, así están
nuestros ojos en el Señor, Dios nuestro, esperando su misericordia. R/.
Misericordia, Señor, misericordia, que estamos saciados de desprecios; nuestra
alma está saciada del sarcasmo de los satisfechos, del desprecio de los
orgullosos. R/.
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios 12, 7b-10
Hermanos:
Para que no tenga soberbia, me han metido una espina en la carne: un ángel de
Satanás que me apalea, para que no sea soberbio. Tres veces he pedido al Señor
verme libre de él; y me ha respondido:
«Te basta mi gracia; la fuerza se realiza en la debilidad.»
Por eso, muy a gusto presumo de mis debilidades, porque así residirá en mí la
fuerza de Cristo.
Por eso, vivo contento en medio de mis debilidades, de los insultos, las
privaciones, las persecuciones y las dificultades sufridas por Cristo. Porque, cuando
soy débil, entonces soy fuerte.
Aleluya Lc 4, 18
El Espíritu del Señor está sobre mí;
me ha enviado para anunciar el Evangelio a los pobres.
Lectura del santo evangelio según san Marcos 6, 1-6
En aquel tiempo, fue Jesús a su pueblo en compañía de sus discípulos. Cuando
llegó el sábado, empezó a enseñar en la sinagoga; la multitud que lo oía se
preguntaba asombrada:
—«¿De dónde saca todo eso? ¿Qué sabiduría es ésa que le han enseñado? ¿Y
esos milagros de sus manos? ¿No es éste el carpintero, el hijo de María, hermano de
Santiago y José y Judas y Simón? Y sus hermanas ¿no viven con nosotros aquí?»
Y esto les resultaba escandaloso.
Jesús les decía:
—«No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su
casa.»
No pudo hacer allí ningún milagro, sólo curó algunos enfermos imponiéndoles
las manos. Y se extrañó de su falta de fe.
Y recorría los pueblos de alrededor enseñando.