La Iglesia Católica Romana, de acuerdo con el Calendario General Romano, celebra en Miércoles, 2024-08-07 lo siguiente:
Si 2, 7-13
Salmo Responsorial Sal 111, 1-2. 3-4. 5-7a. 7b-8. 9
Lc 12, 32-34
Lectura del Profeta Jeremías 31, 1-7
En aquel tiempo—oráculo del Señor—, seré el Dios de todas las tribus de Israel, y
ellas serán mi pueblo.
Así dice el Señor: Halló gracia en el desierto el pueblo escapado de la espada;
camina Israel a su descanso, el Señor se le apareció de lejos.
Con amor eterno te amé, por eso prolongué mi misericordia.
Todavía te construiré, y serás reconstruida, Doncella de Israel; todavía te adornarás
y saldrás con panderos a bailar en corros; todavía plantarás viñas en los montes
de Samaría, y los que plantan cosecharán.
«Es de día» gritarán los centinelas en la montaña de Efraín: Levantaos y marchemos
a Sión, al Señor nuestro Dios.
Porque así dice el Señor: Gritad de alegría por Jacob, regocijaos por el amor de los
pueblos; proclamad, alabad y decid: El Señor ha salvado a su pueblo, al resto de
Israel.
Salmo responsorial Jer 31. 10. 11-12ab. 13.
V/. El Señor nos guardará como pastor a su rebaño.
R/. El Señor nos guardará como pastor a su rebaño.
V/. Escuchad, pueblos, la palabra del Señor, anunciadla en las islas remotas: «El
que dispersó a Israel lo reunirá, lo guardará como pastor a su rebaño». R/.
V/. Porque el Señor redimió a Jacob, lo rescató de una mano más fuerte.
Vendrán con aclamaciones a la altura de Sión, afluirán hacia los bienes del Señor.
V/. Entonces se alegrará la doncella en la danza, gozarán los jóvenes y los viejos;
convertiré su tristeza en gozo, los alegraré y aliviaré sus penas. R/.
Lectura del santo Evangelio según San Mateo 15, 21-28
En aquel tiempo, Jesús salió y se retiró al país de Tiro y Sidón.
Entonces una mujer cananea, saliendo de uno de aquellos lugares, se puso a
gritarle: Ten compasión de mi, Señor, Hijo de David.
Mi hija tiene un demonio muy malo.
El no le respondió nada.
Entonces los discípulos se le acercaron a decirle: Atiéndela, que viene detrás
gritando.
El les contestó: Sólo me han enviado a las ovejas descarriadas de Israel.
Ella los alcanzó y se postró ante él, y le pidió de rodillas: Señor, socórreme.
El le contestó: No está bien echar a los perros el pan de los hijos.
Pero ella repuso: Tienes razón, Señor; pero también los perros se comen las migajas
que caen de la mesa de los amos.
Jesús le respondió: Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas.
En aquel momento quedó curada su hija.