La Iglesia Católica Romana, de acuerdo con el Calendario General Romano, celebra en Viernes, 2023-06-30 lo siguiente:
Is 61, 9-11
Hermanos: Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros? El que no perdonó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará todo con él? ¿Quién acusará a los elegidos de Dios? ¿Dios, el que justifica? ¿Quién condenará? ¿Será acaso Cristo, que murió, más aún, resucito y está a la derecha de Dios, y que intercede por nosotros? ¿Quién podrá apartarnos del amor de Cristo?: ¿La aflicción?, ¿La angustia?, ¿La persecución?, ¿el hambre?, ¿la desnudez?, ¿el peligro?, ¿la espada?, como dice la Escritura: «Por tu causa nos degüellan cada día, nos tratan como a ovejas de matanza.» Pero en todo esto vencemos fácilmente por aquel que nos ha amado. Pues estoy convencido de que ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni principados, ni presente, ni futuro, ni potencias, ni altura, ni profundidad, ni criatura alguna podrá apartarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, Señor nuestro.
Salmo Responsorial 1 S 2, 1. 4-5. 6-7. 8abcd
R. Hemos salvado la vida, como un pájaro de la trampa del cazador.
Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte, cuando nos asaltaban los hombres,
nos habrían tragado vivos: tanto ardía su ira contra nosotros. R.
Nos habrían arrollado las aguas, llegándonos el torrente hasta el cuello; nos habrían
llegado hasta el cuello las aguas espumantes. R.
La trampa se rompió, y escapamos. Nuestro auxilio es el nombre del Señor, que
hizo el cielo y la tierra. R.
Aleluya Cf. Lc 2, 19
Dichosa es la Virgen María, que conservaba la palabra de Dios, meditándola en su
corazón.
Lectura del santo evangelio según san Lucas 2, 41-51
Los padres de Jesús solían ir cada año a Jerusalén por las fiestas de Pascua. Cuando Jesús cumplió doce años, subieron a la fiesta según la costumbre y, cuando terminó, se volvieron; pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que lo supieran sus padres. Éstos, creyendo que estaba en la caravana, hicieron una jornada y se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos; al no encontrarlo, se volvieron a Jerusalén en su busca. A los tres días, lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas; todos los que le oían quedaban asombrados de su talento y de las respuestas que daba. Al verlo, se quedaron atónitos, y le dijo su madre: -«Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Mira que tu padre y yo te buscábamos angustiados.» Él les contestó: -«¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?» Pero ellos no comprendieron lo que quería decir. Él bajó con ellos a Nazaret y siguió bajo su autoridad. Su madre conservaba todo esto en su corazón.
Lectura del libro del Génesis 17, 1. 9-10. 15-22
Cuando Abrán tenía noventa y nueve años, se le apareció el Señor y le dijo: —Yo
soy el Dios Saday.
Camina en mi presencia, con lealtad.
El Señor añadió a Abrahán: —Tú guarda mi pacto, que hago contigo y tus
descendientes por generaciones.
Este es el pacto que hago con vosotros y con tus descendientes y que habéis de
guardar: circuncidad a todos vuestros varones.
El Señor dijo a Abrahán: —Saray, tu mujer, ya no se llamará Saray, sino que se
llamará Sara.
La bendeciré y te dará un hijo y lo bendeciré; de ella nacerán pueblos y reyes de
naciones.
Abrahán cayó rostro en tierra y se dijo sonriendo: — ¿Un centenario va a tener un
hijo, y Sara va a dar a luz a los noventa?
Y Abrahán dijo a Dios: —Me contento con que conserves sano a Ismael en tu
presencia.
Dios replicó: —No, es Sara quien te va a dar un hijo; lo llamarás Isaac; con él
estableceré mi pacto y con sus descendientes, un pacto perpetuo.
En cuanto a Ismael, escucho tu petición: lo bendeciré, lo haré fecundo, lo haré crecer
en extremo, engendrará doce príncipes y se hará un pueblo numeroso.
Pero mi pacto lo establezco con Isaac, el hijo que te dará Sara, el año que viene por
estas fechas.
Cuando el Señor terminó de hablar con Abrahán, se retiró.
Salmo responsorial Sal 127, 1-2. 3. 4-5
V/. Esta es la bendición del hombre que teme al Señor
R/. Esta es la bendición del hombre que teme al Señor.
V/. ¡Dichoso el que teme al Señor,
y sigue sus caminos !
Comerás del fruto de tu trabajo, serás dichoso, te irá bien.
V/. Tu mujer, como parra fecunda, en medio de tu casa;
tus hijos como renuevos de olivo, alrededor de tu mesa.
V/. Esta es la bendición del hombre que teme al Señor.
Que el Señor te bendiga desde Sión, que veas la prosperidad de Jerusalén, todos los
días de tu vida.
Lectura del santo Evangelio según San Mateo 8, 1-4
En aquel tiempo, al bajar Jesús del monte, lo siguió mucha gente.
En esto, se le acercó un leproso, se arrodilló y le dijo: .
─Señor, si quieres, puedes limpiarme.
Extendió la mano y lo tocó diciendo: ¡Quiero, queda limpio ! Y enseguida quedó
limpio de la lepra.
Jesús le dijo: No se lo digas a nadie, pero para que conste, ve a presentarte al
sacerdote y entrega la ofrenda que mandó Moisés.