La Iglesia Católica Romana, de acuerdo con el Calendario General Romano, celebra en Martes, 2025-01-28 lo siguiente:
Sb 7, 7-10. 15-16
Salmo Responsorial Sal 118, 9. 10. 11. 12. 13. 14
Mt 23, 8-12
Lectura de la carta a los Hebreos 10, 1-10
Hermanos: La Ley, que presenta sólo un vislumbre de los bienes futuros y no la
imagen auténtica de la realidad, siempre, con los mismos sacrificios, año tras año,
no puede nunca hacer perfectos a los que se acercan a ofrecerlos.
Si no fuera así, habrían dejado de ofrecerse, porque los ministros del culto,
purificados una vez, no tendrían ya ningún pecado sobre su ¿conciencia.
Pero en estos mismos sacrificios se recuerdan los pecados año tras año.
Porque es imposible que la sangre de los toros y de los machos cabríos quite los
pecados.
Por eso, cuando Cristo entró en el mundo dijo: —Tú no quieres sacrificios ni
ofrendas, pero me has preparado un cuerpo; no aceptas holocaustos ni víctimas
expiatorias.
Entonces yo dije lo que está escrito en el libro: «Aquí estoy, ¡oh Dios ! , para hacer tu
voluntad».
Primero dice: No quieres ni aceptas sacrificios ni ofrendas, holocaustos ni víctimas
expiatorias, —que se ofrecen según la ley—.
Después añade: «Aquí estoy yo para hacer tu voluntad».
Niega lo primero, para afirmar lo segundo.
Y conforme a esa voluntad todos quedamos santificados por la oblación del cuerpo
de Jesucristo, hecha una vez para siempre.
Salmo responsorial Sal 39, 2 y 4ab. 7-8a. 10. 11
V/. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
R/. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
V/. Yo esperaba con ansia al Señor: él se inclinó y escuchó mi grito; me puso en la
boca un cántico nuevo, un himno a nuestro Dios. R/.
V/. Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, y en cambio me abriste el oído;
no pides sacrificio expiatorio,
entonces yo digo: «Aquí estoy». R/.
V/. He proclamado tu salvación ante la gran asamblea; no he cerrado los labios:
Señor, tú lo sabes. R/.
No he guardado en el pecho tu defensa, he contado tu fidelidad y tu
salvación, no he negado tu misericordia y tu lealtad, ante la gran asamblea. R/.
Lectura del santo Evangelio según San Marcos 3, 31-35
En aquel tiempo, llegaron la madre y los hermanos de Jesús, y desde fuera lo
mandaron llamar.
La gente que tenía sentada alrededor le dijo: Mira, tu madre y tus hermanos están
fuera y te buscan.
Les contestó: ¿Quiénes son mi madre y mis hermanos? Y paseando la mirada por el
corro, dijo: Estos son mi madre y mis hermanos.
El que cumple la voluntad de Dios, ése es mi hermano y mi hermana y mi madre.