La Iglesia Católica Romana, de acuerdo con el Calendario General Romano, celebra en Domingo, 2019-02-17 lo siguiente:
Rm 8, 26-30
Salmo Responsorial Sal 33, 2-3. 4-5. 6-7. 8-9. 10-11
Mt 19, 27-29
Lectura del libro de Jeremías 17, 5-8
Así dice el Señor:
«Maldito quien confía en el hombre, y en la carne busca su fuerza, apartando su
corazón del Señor.
Será como un cardo en la estepa, no verá llegar el bien;
habitará la aridez del desierto, tierra salobre e inhóspita.
Bendito quien confía en el Señor y pone en el Señor su confianza.
Será un árbol plantado junto al agua, que junto a la corriente echa raíces;
cuando llegue el estío no lo sentirá, su hoja estará verde;
en año de sequía no se inquieta, no deja de dar fruto.
Salmo responsorial Sal 1, 1-2. 3. 4 y 6 (R.: Sal 39, 5a)
R. Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor.
Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos, ni entra por la senda de
los pecadores, ni se sienta en la reunión de los cínicos;
sino que su gozo es la ley del Señor, y medita su ley día y noche. R.
Será como un árbol plantado al borde de la acequia: da fruto en su sazón y no se
marchitan sus hojas;y cuanto emprende tiene buen fin. R.
No así los impíos, no así;serán paja que arrebata el viento. Porque el Señor protege
el camino de los justos, pero el camino de los impíos acaba mal. R.
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 15, 12. 16-20
Hermanos:
Si anunciamos que Cristo resucitó de entre los muertos, ¿cómo es que dice alguno
de vosotros que los muertos no resucitan?
Si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó;y, si Cristo no ha resucitado,
vuestra fe no tiene sentido, seguís con vuestros pecados;y los que murieron con
Cristo se han perdido. Si nuestra esperanza en Cristo acaba con esta vida, somos los
hombres más desgraciados.
¡Pero no! Cristo resucitó de entre los muertos: el primero de todos.
Aleluya Lc 6, 23ab
Alegraos y saltad de gozo —dice el Señor—, porque vuestra recompensa será
grande en el cielo.
Lectura del santo evangelio según san Lucas 6, 17. 20-26
En aquel tiempo, bajó Jesús del monte con los Doce y se paró en un llano, con un
grupo grande de discípulos y de pueblo, procedente de toda Judea, de Jerusalén y
de la costa de Tiro y de Sidón.
Él, levantando los ojos hacia sus discípulos, les dijo:
—«Dichosos los pobres, porque vuestro es el reino de Dios.
Dichosos los que ahora tenéis hambre, porque quedaréis saciados.
Dichosos los que ahora lloráis, porque reiréis.
Dichosos vosotros, cuando os odien los hombres, y os excluyan, y os insulten, y
proscriban vuestro nombre como infame, por causa del Hijo del hombre. Alegraos
ese día y saltad de gozo, porque vuestra recompensa será grande en el cielo. Eso es
lo que hacían vuestros padres con los profetas.
Pero, ¡ay de vosotros, los ricos!, porque ya tenéis vuestro consuelo. ¡Ay de vosotros,
los que ahora estáis saciados!, porque tendréis hambre. ¡Ay de los que ahora reís!,
porque haréis duelo y lloraréis.
¡Ay si todo el mundo habla bien de vosotros! Eso es lo que hacían vuestros padres
con los falsos profetas.»