La Iglesia Católica Romana, de acuerdo con el Calendario General Romano, celebra en Domingo, 2020-09-13 lo siguiente:
Lectura del libro del Éxodo 32, 7-14
En aquellos días, el Señor dijo a Moisés: -«Anda, baja del monte, que se ha pervertido tu pueblo, el que tú sacaste de Egipto. Pronto se han desviado del camino que yo les había señalado. Se han hecho un novillo de metal, se postran ante él, le ofrecen sacrificios y proclaman: “Éste es tu Dios, Israel, el que te sacó de Egipto.”» Y el Señor añadió a Moisés. -«Veo que este pueblo es un pueblo de dura cerviz. Por eso, déjame: mi ira se va a encender contra ellos hasta consumirlos. Y de ti haré un gran pueblo.» Entonces Moisés suplicó al Señor, su Dios: -«¿Por qué, Señor, se va a encender tu ira contra tu pueblo, que tú sacaste de Egipto, con gran poder y mano robusta? ¿Tendrán que decir los egipcios: “Con mala intención los sacó, para hacerlos morir en las montañas y exterminarlos de la superficie de la tierra”? Aleja el incendio de tu ira, arrepiéntete de la amenaza contra tu pueblo. Acuérdate de tus siervos, Abrahán, Isaac e Israel, a quienes juraste por ti mismo, diciendo: “Multiplicaré vuestra descendencia como las estrellas del cielo, y toda esta tierra de que he hablado se la daré a vuestra descendencia para que la posea por siempre.”» Y el Señor se arrepintió de la amenaza que había pronunciado contra su pueblo. Palabra de Dios.
Salmo responsorial Sal 105, 19-20. 21-22. 23 (R.: 4a)
R. Acuérdate de mí, Señor, por amor a tu pueblo.
En Horeb se hicieron un becerro, adoraron un ídolo de fundición;cambiaron su
gloria por la imagen de un toro que come hierba. R.
Se olvidaron de Dios, su salvador, que había hecho prodigios en Egipto, maravillas
en el país de Cam, portentos junto al mar Rojo. R.
Dios hablaba ya de aniquilarlos;pero Moisés, su elegido, se puso en la brecha frente
a él, para apartar su cólera del exterminio. R.
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 12, 3-13
Hermanos: Por la gracia de Dios que me ha sido dada os digo a todos y a cada uno de vosotros: No os estiméis en más de lo que conviene, sino estimaos moderadamente, según la medida de la fe que Dios otorgó a cada uno. Pues, así como nuestro cuerpo, en su unidad, posee muchos miembros y no desempeñan todos los miembros la misma función, así nosotros, siendo muchos, somos un solo cuerpo en Cristo, pero cada miembro está al servicio de los otros miembros. Los dones que poseemos son diferentes, según la gracia que se nos ha dado, y se han de ejercer así: si es la profecía, teniendo en cuenta a los creyentes;si es el servicio, dedicándose a servir;el que enseña, aplicándose a enseñar;el que exhorta, a exhortar;el que se encarga de la distribución, hágalo con generosidad;el que preside, con empeño;el que reparte la limosna, con agrado. Que vuestra caridad no sea una farsa;aborreced lo malo y apegaos a lo bueno. Como buenos hermanos, sed cariñosos unos con otros, estimando a los demás más que a uno mismo. En la actividad, no seáis descuidados;en el espíritu, manteneos ardientes. Servid constantemente al Señor. Que la esperanza os tenga alegres: estad firmes en la tribulación, sed asiduos en la oración. Contribuid en las necesidades de los santos;practicad la hospitalidad. Palabra de Dios.
Aleluya y versículo antes del evangelio Jn 10, 14
Yo soy el buen Pastor -dice el Señor-, conozco mis ovejas, y las mías me conocen.
Lectura del santo evangelio según san Mateo 9, 35-38
En aquel tiempo, Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en sus sinagogas, anunciando el Evangelio del reino y curando todas las enfermedades y todas las dolencias. Al ver a las gentes, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, como ovejas que no tienen pastor. Entonces dijo a sus discípulos: -«La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos;rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies.» Palabra del Señor.
Lectura del Libro del Eclesiástico 27, 33. 28, 9
El furor y la cólera son odiosos:
el pecador los posee.
Del vengativo se vengará el Señor
y llevará estrecha cuenta de sus culpas.
Perdona la ofensa a tu prójimo,
y se te perdonarán los pecados cuando lo pidas.
¿Cómo puede un hombre guardar rencor a otro
y pedir la salud al Señor?
No tiene compasión de su semejante,
¿y pide perdón de sus pecados?
Si él, que es carne, conserva la ira,
¿quién expiará por sus pecados?
Piensa en tu fin y cesa en tu enojo,
en la muerte y corrupción y guarda los mandamientos.
Recuerda los mandamientos y no te enojes con tu prójimo,
la alianza del Señor, y perdona el error.
Salmo responsorial Sal 102, 1-2. 3-4. 9-10. 11-2
V/. El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia.
R/. El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia.
V/. Bendice, alma mía al Señor, y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus beneficios.
R/. El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia.
V/. El perdona todas tus culpas y cura todas tus enfermedades;
él rescata tu vida de la fosa y te colma de gracia y de ternura.
R/. El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia.
V/. No está siempre acusando, ni guarda rencor perpetuo.
No nos trata como merecen nuestros pecados, ni nos paga según nuestras culpas.
R/. El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia.
V/. Como se levanta el cielo sobre la tierra, se levanta su bondad sobre sus fieles;
como dista el oriente del ocaso, así aleja de nosotros nuestros delitos.
R/. El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia.
Lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Romanos 14, 7-9
Hermanos:
Ninguno de nosotros vive para sí mismo y ninguno muere para sí mismo.
Si vivimos, vivimos para el Señor;si morimos, morimos para el Señor. En la vida y en
la muerte somos del Señor.
Para esto murió y resucitó Cristo, para ser Señor de vivos y muertos.
Lectura del santo Evangelio según San Mateo 18, 21-35
En aquel tiempo, acercándose Pedro a Jesús le preguntó:
—Si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces le tengo que perdonar? ¿Hasta siete veces?
Jesús le contesta:
—No te digo hasta siete veces sino hasta setenta veces siete.
Y les propuso esta parábola:
Se parece el Reino de los Cielos a un rey que quiso ajustar las cuentas con sus
empleados. Al empezar a ajustarlas, le presentaron uno que debía diez mil talentos. Como
no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él con su mujer y sus hijos y
todas sus posesiones, y que pagara así.
El empleado, arrojándose a sus pies, le suplicaba diciendo:
—Ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo.
El señor tuvo lástima de aquel empleado y lo dejó marchar, perdonándole la deuda.
Pero al salir, el empleado aquel encontró a uno de sus compañeros que le debía cien
denarios, y agarrándolo lo estrangulaba diciendo:
—Págame lo que me debes.
El compañero, arrojándose a sus pies, le rogaba diciendo:
—Ten paciencia conmigo y te lo pagaré.
Pero él se negó y fue y lo metió en la cárcel hasta que pagara lo que debía.
Sus compañeros, al ver lo ocurrido, quedaron consternados y fueron a contarle a su
señor todo lo sucedido. Entonces el señor lo llamó y le dijo:
—¡Siervo malvado! Toda aquella deuda te la perdoné porque me lo pediste. ¿No
debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?
Y el señor, indignado, lo entregó a los verdugos hasta que pagara toda la deuda.
Lo mismo hará con vosotros mi Padre del cielo si cada cual no perdona de corazón a
su hermano.