La Iglesia Católica Romana, de acuerdo con el Calendario General Romano, celebra en Jueves, 2024-08-08 lo siguiente:
1 Co 2, 1-10a
Salmo Responsorial Sal 95, 1-2a. 2b-3. 7-8a. 10
Lc 9, 57-62
Lectura del Profeta Jeremías 31, 31-34
Mirad que llegan días—oráculo del Señor— en que haré con la casa de Israel y la
casa de Judá una alianza nueva.
No como la que hice con vuestros padres, cuando los tomé de la mano para sacarlos
de Egipto: Ellos, aunque yo era su Señor, quebrantaron mi alianza; —oráculo del
Señor—.
Sino que así será la alianza que haré con ellos, después de aquellos días—oráculo
del Señor—: Meteré mi ley en su pecho, la escribiré en sus corazones; yo seré su
Dios y ellos serán mi pueblo.
Y no tendrá que enseñar uno a su prójimo, el otro a su hermano, diciendo: Reconoce
al Señor.
Porque todos me conocerán, desde el pequeño al grande —oráculo del Señor—
cuando perdone sus crímenes y no recuerde sus pecados.
Salmo responsorial Sal 50, 12-13. 14-15. 18-19
V/. Oh Dios, crea en mí un corazón puro.
R/. Oh Dios, crea en mí un corazón puro.
Oh Dios, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu
firme; no me arrojes lejos de tu rostro, no me quites tu santo espíritu. R/.
V/. Devuélveme la alegría de tu salvación, afiánzame con espíritu generoso.
Enseñaré a los malvados tus caminos, los pecadores volverán a ti. R/.
V/. Los sacrificios no te satisfacen; si te ofrecieran un holocausto, no lo querrías.
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado, un corazón quebrantado y humillado tú no
lo desprecias. R/.
Lectura del santo Evangelio según San Mateo 16, 13-23
En aquel tiempo llegó Jesús a la región de Cesarea de Felipe y preguntaba a sus
discípulos: ¿Quién dice la gente que es el Hijo del Hombre? Ellos contestaron:
Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas.
El les preguntó: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo ? Simón Pedro tomó la palabra
y dijo: Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.
Jesús le respondió: ¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás! , porque eso no te lo ha
revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo.
Ahora te digo yo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder
del infierno no la derrotará.
Te daré las llaves del Reino de los cielos; lo que ates en la tierra, quedará atado en el
cielo, y lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo.
Y les mandó a los discípulos que no dijesen a nadie que él era el Mesías.
Desde entonces empezó Jesús a explicar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén
y padecer allí mucho por parte de los senadores, sumos sacerdotes y letrados, y
que tenía que ser ejecutado y resucitar al tercer día.
Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo: ¡No lo permita Dios, Señor! Eso no
puede pasarte.
Jesús se volvió y dijo a Pedro: quítate de mi vista, Satanás, que me haces tropezar;
tú piensas como los hombres, no como Dios.